El compromiso laboral y el desempeño en medio de ambientes con hostilidad desmedida por la competitividad y el cumplimiento de metas han sido el proceso del siglo XXI, donde el tiempo y la productividad van de la mano de un proceso de rendimientos a toda costa.
Las relaciones interpersonales en los escenarios de trabajo cada día se vuelven más independientes, cuando deberían ser mas acopladas al concepto de organismos laborales sanos, donde cada uno de los participantes sean complementarios en el desempeño y en la participación de resultados.
Hasta en el sueño se realizan actividades inconscientes, que destruyen las horas de descanso y de rehabilitación de la carga aportada por la vida diaria. Las horas de descanso no existen y los escenarios lúdicos se van esfumando por las expectativas personales de competitividad, en un mundo en “el que se duerme pierde”.
El síndrome de burnout (del inglés agotamiento, o estar quemado), en medicina son una serie de síntomas y de signos evidentes comunes a muchas enfermedades, en este caso, es un proceso de aparición lenta pero progresiva sin posibilidades de llegar a la normalidad si no se cambian los ambientes.
Muchas veces este síndrome se asocia a un jefe exigente, o a las autoexigencias desencadenadas por la competitividad y los procesos adictivos sin control (workaholic), con comportamientos compulsivos y rasgos obsesivos de pensamiento y comportamiento.
Los síntomas inicialmente son emocionales acompañados con: disminución de las fuerzas (astenia), alteraciones de sueño que van desde problemas para conciliarlo o despertares frecuentes, que se manifiestan con somnolencia diurna y mayor cansancio vespertino, levantarse con la sensación de no haber dormido, aunque lo haya hecho, cierta labilidad hacia las infecciones respiratorias.
Todos estos cambios repercuten en la productividad, sensación de despersonalización, tendencia a “tirar todo por la borda”, inminencia de renuncia, buscar un cambio ambiental, ante la aversión hacia el escenario laboral.
Los cambios de genio, sarcasmo, actitud tiránica, la desconcentración y la irritabilidad acompañan el proceso que se vuelve crónico y altera la funcionalidad cognitiva. Hay pérdida de los mecanismos de regulación emocional con una tendencia hacia la distimia y la depresión.
No es fácil determinar el momento de aparición de burnout porque la vida moderna laboral ha asumido que el estrés hace parte del juego, y el estar ocupado laboralmente genera estatus y beneficios de identificación con liderazgo.
No se acepta un ejecutivo o CEO que no esté pensando en el trabajo todo el tiempo, la movilización de ambientes, reuniones frecuentes que alteran profundamente la función ejecutiva de cada uno de los individuos, genera espacios donde el ambiente es pesado y se sale de ellas con más angustia que con la que se entra a resolver problemas.
Los viajes en avión, que atraviesan zonas horarias, facilitan el jet-lag y alteran aún más los trastornos de sueño, alimentación y descanso. Hay mayor exposición a ambientes contaminados y en una persona con estrés crónico se ha demostrado disminución de la resistencia a las infecciones principalmente respiratorias.
Las alteraciones metabólicas, los cambios de horarios alimenticios y de sueño, facilitan el aumento de peso, el dolor lumbar y empeoramiento de patologías previas en el individuo.
Nuestro cerebro, ante las expectativas de realización, va produciendo dopamina: permite vincular los proyectos y realizaciones. Si se van dando como pensamos, produce serotonina: genera bienestar y permite el rendimiento mental en cada uno de ellos. Pero ante la posibilidad de fracaso, o la falta de tiempo para el desempeño propuesto, va produciendo adrenalina: acelera el sistema circulatorio, el corazón y la presión arterial y aumenta a su vez la producción de cortisol, esta hormona aumenta los niveles de azúcar en la sangre, altera el metabolismo de la grasa, y genera insomnio. Esto limita la producción de serotonina, que al disminuirse, genera desasosiego, dolor de cabeza y falta de concentración.
Los patrones de sueño alterados, disminuyen también las hormonas sexuales y alteran el almacenamiento de la memoria.
Hay fallas de pensamiento positivo, porque se activa el centro del malestar cerebral (la amígdala que hace parte de la función emocional negativa). Esta función anormal hace que la persona se vuelva irritable, pierda el interés en el trabajo y en sus objetivos primordiales, con una pasividad y agresividad hacia los colaboradores, se generan roces importantes con las otras personas que experimentan lo mismo o son víctimas del comportamiento de la persona afectada.
Pero la carga laboral sigue y la ineficiencia también, al paso que evolucionan los deterioros funcionales del equipo laboral, los cambios pueden ser percibidos por la pareja y la familia.
El Neuromanagement-aplicativo, entra a funcionar en el grupo para identificar los procesos de estrés y de carga laboral, lo que facilita la detección del personal “target” del burnout.
El solo proceso de screening no es suficiente. Es necesario que el personal directivo tome los correctivos del caso. En el ambiente laboral: disminución de la carga emocional en el desempeño y la realización de objetivos, gerenciar los retos y competencias laborales para facilitar un nuevo escenario donde no se ponga en juego la estabilidad y la conectividad del equipo.
El descanso, las vacaciones acumuladas deben ser utilizadas, la autonomía con laxitud, implementar pensamiento crítico para disminuir el lenguaje interior negativista y permitir escenarios de conectividad familiar, evitar llevar trabajo a casa y hacer reuniones conciliatorias de procesos de productividad y desempeño.
Algunos estudios serios sugieren la intervención del psicólogo, el yoga y el mindfulness como terapia, y en algunos casos el manejo específico para la ansiedad, depresión y trastornos del sueño.
Determina lo cambios laborales nuevos que alteran la funcionalidad diaria.
Identifica las sobrecargas laborales.
No modifiques el patrón horario, si no eres capaz, pide ayuda.
No te cargues con lo que no puedes y no asumas funciones de desempeño para las cuales no fuiste contratado o no tienes el perfil adecuado.
No lleves trabajo para la casa. Tu hogar debe estar libre de contaminación laboral en los límites de lo posible.
Haz un derrotero de funciones y de tiempo asignado y no sobrepases ninguno de los límites.
Haz un listado de lo importante, lo urgente y lo imprescindible y resuelve los problemas por prioridades.
Comparte con tu superior las tareas que representan dificultades o toma de decisiones para las cuales no has sido capacitado y/o empeorado.
No comprometas resultados exitosos si no tienes todos los problemas resueltos.
No resuelvas problemas ajenos a tu perfil a menos que sea un trabajo en equipo con distribución equitativa.
Nunca trabajes enfermo.
Haz deporte.
Comparte con tu familia los ratos libres. Si tienes actividades con tus compañeros de trabajo, es mejor abstenerse de hacer comentarios sobre el trabajo o las cargas asignadas.
Consulta al médico el uso de sustancias automedicadas para mantenerte despierto o para dormir. Es momento de hacer un alto antes que los efectos de los medicamentos sean confundidos con el burnout.
Si tu trabajo no es de turnos, apaga el teléfono y desconecta el teléfono fijo si no estás trabajando. Conéctate en el horario laboral.
No demores las vacaciones, acumular estrés es lo mismo que acumular descansos, las dos opciones son contraproducentes.