La certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve se denomina fe, y aunque todos necesitamos ver para creer, es importante que intentemos lo contrario: creer para ver.
He conocido personas inspiradoras a las que su fe las ha llevado a lograr lo que para muchos era imposible. Por ejemplo, personas desahuciadas por la medicina han sido sanadas por su fe. En fin, son muchos casos que honran aquella frase común: “la fe mueve montañas”.
Desde hoy podemos decidir intentarlo, porque la vida nos enfrenta a sinsabores que acarician la desesperanza, pero una sola decisión mental activará la fe, porque todo lo que deseemos podemos lograrlo.
Colombia será proveedora de alimentos para el mundo, porque todos los que apostamos por esa agenda agrícola disruptiva, trabajaremos por la agricultura sostenible en manos de agricultores prósperos y autorrealizados plenamente.
Saber que en el mundo hay casi 700 millones de personas con serios problemas de desnutrición -según Naciones Unidas-, y que para el 2030 podrían ser 900 millones, impone la inmediata acción en los países agrícolas para proporcionar los alimentos suficientes, inocuos y de excelente calidad.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el mundo motivan a las economías agrícolas que -como Colombia- tienen la posibilidad de atender la alimentación de la humanidad a duplicar, triplicar o cuadriplicar la productividad en las fincas, logrando así más con menos. Cada cosecha podría ser de mayor volumen y de mejores rendimientos al poner a andar las Buenas Prácticas Agrícolas.
La agricultura sostenible utiliza las tecnologías para la protección y nutrición de los cultivos, sin pecar por excesos o escasez, porque la biodiversidad imprime en cada zona y cultivo una inimaginable presencia de plagas, enfermedades o malas hierbas que sacrifican las cosechas a su mínima expresión.
Por tal razón, hay que creer para crear las mejores empresas del campo, con cosechas sanas, suficientes, inocuas y de excelente calidad en peso, color y sabor. Ese será nuestro foco y en 5 años lograremos que la economía agrícola crezca 5 % anual, superando el 2,8 % actual. Nos lo merecemos y así lo veremos.