Entrevista con la dermatóloga y autora del libro “Piel sana in corpore sano”, Andrea Combalia.
Después de una temporada de introspección, desde octubre hasta marzo, comencé a sentir antojos de autocuidado corporal. Empezó a apetecerme comida más fresca, beber más agua, moverme más, cuidar mi piel y descansar convenientemente, entre otras cosas.
¡Y no es de extrañar! Además de ciertas variables como la fatiga pandémica, la realidad es que nos dirigíamos hacia la primavera y esta siempre es una época especial para el cuerpo. Salimos del recogimiento invernal, nos apetece abrirnos al sol y por se presentan los antojos de autocuidado físico –que muchas veces se confunden con “ponerme a punto para el verano” o la temida “operación biquini”.
En la escuela, la pequeña comunidad que dirijo en Patreon, decidimos seguir un acompañamiento grupal de dos meses enfocado en este punto; pero ¿qué pasaba conmigo? En el terreno más personal, ¿qué me apetecía a mí? Lo tuve claro: cuidarme.
Para el cuidado de la piel, objetivo que nació en febrero y que se potenció –sin ninguna duda- con la lectura de Piel sana in corpore sano, de la doctora Andrea Combalia, opté por informarme, probar nuevos productos y enfocarme en cómo crear los nuevos hábitos. El camino está siendo un maravilloso placer, un auténtico camino de autoconocimiento y con muy buenos resultados –no solo físicos, sino también mentales, emocionales y espirituales-.
Piel sana in corpore sano es un manual maravilloso donde puedes encontrar información sobre la piel, cómo se relaciona con las emociones, la edad, el efecto del sol, el pelo y las uñas, entre otras cosas y, además, una explicación clara y detallada de ingredientes beneficiosos, rutinas de cuidado y “secretos de cosmética”.
Es un título imprescindible en la estantería de toda persona que quiera cuidar su cuerpo, se lee muy fácilmente y es una excelente opción como libro de consulta
Me encanta porque me ha ayudado mucho y está siendo un gran apoyo para la integración de los cuidados de la piel en mi rutina diaria.
Podría hablar largo y tendido de él, pero quién mejor que la autora para presentarlo y además resolver algunas dudas comunes sobre el tema.
¿Cuál fue tu objetivo al escribir el libro?
Escribir un libro acerca del cuidado de la piel, y del autocuidado, era una vía para poder trasladar todo el conocimiento más allá de las cuatro paredes de la consulta, e intentar desmitificar muchas creencias que rodean el cuidado de la piel.
¿Qué importancia tiene cuidar de nuestra piel?
Somos unos desconocidos en nuestro propio cuerpo. Todos tenemos piel, pero rara vez somos conscientes de que se trata del mayor órgano de nuestro cuerpo ¡No es un simple envoltorio! Y debemos darle la importancia que se merece, igual que se la damos al hígado, a los riñones, al intestino…
¿Qué factores influyen en el aspecto y la salud de nuestra piel?
Una mala alimentación, un descanso inadecuado, un estrés importante, y el consumo de tabaco y alcohol influyen directamente en el estado de nuestra piel. No hay un porcentaje concreto de cuánto afecta cada una de las cosas a la salud de nuestra piel, ya que también depende de la susceptibilidad individual y el contexto, pero siempre suma de algún modo.
¿Qué consejos le darías a cada persona en función de su edad?
Les diría que la piel no debe evaluarse en función de su edad, sino de su estado. Hay pieles que a los 25 ya tienen pequeñas arrugas de expresión, que a los 30 empiezan con manchas, y que a los 40 son secas, arrugadas y traducen un daño solar importante. Sin embargo, hay quien presenta todavía brotes de acné a los 35. Hay que individualizar, y no dejarse guiar por la edad cronológica, sino por el estado de la piel.
Piel y pandemia. ¿Qué ha pasado?
Durante la pandemia, hemos visto de todo. Manos irritadas por el lavado constante y el uso de gel hidroalcohólico. Rostros desequilibrados, con aparición de acné en aquellas pieles más grasas, e irritaciones en aquellas pieles más secas. Y el estrés vivido ha aumentado las consultas por caída de cabello. Cuando la piel se desequilibra, es fundamental acudir al dermatólogo, ya que no todas las pieles lo hacen en la misma dirección.
Cambiar las rutinas en época de mascarilla es fundamental, ya sea para controlar la secreción grasa, como para proteger la piel de la fricción continua de la mascarilla. La hidratación de manos es fundamental, y siempre que sea posible, es recomendable elegir el agua y el jabón (neutro) antes que el gel hidroalcohólico.
Además de dermatóloga, eres también profesora de yoga, ¿cuál es el punto de encuentro de ambas disciplinas?
Mi pasión por el cuerpo humano fue más allá de la medicina, y quise adentrarme mucho más en esta disciplina milenaria. Piel y sistema nervioso tienen un origen embrionario común, y la relación mente-piel va mucho más allá de lo que pensamos. El yoga nos enseña a controlar nuestra mente, y, por ende, a ser capaces de reducir nuestros niveles de estrés, algo fundamental para mantener una piel sana a lo largo de los años. El estrés es también una gran pandemia que estamos viviendo en el siglo XIX.
Si nunca nos hemos cuidado la piel o no tenemos una rutina integrada, ¿por dónde empezamos?
Hay que empezar poco a poco y marcar objetivos claros y concretos. […] No hay que intentarlo todo de golpe, porque entonces la posibilidad de abandono es mayor. De todos modos, si habéis leído el libro completo, entenderéis el por qué de cuidar nuestra piel, y estoy segura de que lo haréis mucho más a gusto.