Un día de silencio solo para ti

Es una decisión que te llenará de bienestar. Kankyo Tannier, monja budista y autora de 'La Magia del Silencio', explica cómo hacer un détox de silencio sin salir de casa

La Magia del Silencio Kankyo Tannier día detox

¿Cuántas veces has pensado «lo que daría yo por desaparecer»? Lo más normal es que lo que se te cruza por la cabeza no sea marcharte a una isla desierta de por vida, pero sí tal vez una temporadita de calma, disfrutando del calor de tu casa. Sin leer el periódico, sin escuchar al jefe, sin aguantar a la familia (ojo, no significa que no los quieras, solo que a veces te absorben tanto tiempo y generan tanto jaleo que sientes que te olvidas de ti misma).

Lo que estás pidiendo es algo así como un détox de la rutina. Hay empresas que organizan desconexiones de silencio en enclaves paradisiacos, con clases de yoga, meditación y comida vegana. Todo ideal, pero con un coste fuera del alcance de muchos bolsillos. También puedes escaparte a un monasterio, desde uno budista en la otra punta del planeta (suma coste del desplazamiento) a uno católico a este lado de los Pirineos (sí, algunos admiten huéspedes necesitados de silencio). Si el tiempo y el presupuesto son un problema hay una fácil solución: convierte tu casa en un templo de silencio durante unas horas o unos días. Tú eliges.

La francesa Kankyo Tannier, monja budista seglar y autora del libro La magia del silencio (Planeta), nos explica cómo realizar una cura de silencio sencilla, sin gastar un presupuestazo y, lo más importante, sin salir de casa.

1. La duración. Depende de ti, de tu agenda. El détox está muy bien pero no puedes abstraerte de tu vida real. «Tal vez la cura dure tres horas o dos días. Lo importante es el hecho de entrar en el Noble Silencio, con respeto, por la gran Puerta de la Concentración». Ya sabes: si puedes, manda a tu marido y a los niños de fin de semana y atrinchérate en casa. Si no, exprime el rato que te dejen sola (por ejemplo, mándalos al cine). «Sea cual sea la duración, que resulte provechosa».

2. Preparación. No se trata de decir «uy, me acabo de quedar sola. Voy a hacer una cura de silencio» sino de sumergirse plenamente en la experiencia. Necesitarás prepararte tú, preparar al resto para tu ausencia y contar con cierta logística (vamos, comida o papel higiénico, por ejemplo).

3. Supera el sentimiento de culpa. Ya está bien de sentirte mal por ir a toda pastilla por vida, por no tener tiempo para nada, por sentir que te cuesta entrar en la meditación. Todo lleva un tiempo. Vas a ponerte ahora y eso es lo que importa.


4. Llena la despensa. No confundas silencio con ayuno. «Guardar silencio y bajar el ritmo constituye una práctica difícil en la que el placer no llega de inmediato, sino con el paso del tiempo. Las comidas pueden representar una recompensa entre dos ascesis». Nada de comida basura, pero sí alimentos saludables, ecológicos y veganos. No estás en una prisión, así que cuanto más sabroso y rico sea el menú, mejor. Disfruta preparándolo, palpa las texturas, los aromas, saborea cada bocado. Eso también te pone en conexión con tu cuerpo sin ruidos externos.

5. Apagón digital. No solo vas a mantenerte alejada del ruido y de la palabra hablada. También de la escrita, de las imágenes, de los vídeos. Apaga el móvil, el ordenador, la tablet, el rejoj con gps y pulsómetro, el teléfono fijo de casa… Recuerda: buscas un détox y este también debe ser digital.

6. Avisa con antelación. Que quieras embarcarte en una cura de silencio no significa que tu entorno no se preocupe si, de pronto, deja de tener noticias tuyas. Hazles saber tu intención de desconectar del mundanal ruido sin salir de casa. Avísalo incluso en redes sociales. «Luego apaga todos los aparatos digitales, guárdalos lo más lejos posible, siéntate, respira y observa lo que tienes a tu alrededor. Tras unos momentos iniciales de angustia o de vacío, aparece una nueva relación con el mundo que causa bienestar».

7. Mira por la ventana. Esta parte es la más dura: vas a pasar de tener mil cosas por hacer a no tener absolutamente nada. «Es el Gran Vacío». Acércate a la ventana (mejor si da a un parque o a un prado que a un patio interior) y deja que la vista se pierda en los infinitos matices del panorama. Aprécialos, disfruta, déjate llevar. Siente hay vida más allá del frenesí.


8. Sal de casa. ¿No habíamos dicho que sin salir de casa? Bueno, tu domicilio será la base de operaciones pero puedes salir. No para ir de compras, sino para reconectarte con el mundo. Pasea por un parque, da una caminata por la playa. Evita lugares con sobredosis de información visual y acústica (o sea, nada de calles comerciales). Camina despacio y disfruta del camino, siente tu corazón, el sonido de la tierra, los pájaros, las hojas.

9. Toma notas. «Durante los días o las horas de la cura se te van a ocurrir ideas a raudales, vas a sentir un sinfín de impresiones. Apúntalas, aunque sean ideas a bocajarro. Podrás releerlas tras la cura para volver a experimentar esas sensaciones o poner en marcha esas ideas». Asegúrate de tener suficientes cuadernos y bolígrafos para no tener que salir atropelladamente a la tienda de la esquina a por el material de escritorio.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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