Un líder que se considere perfecto puede fracturar la eficiencia y la productividad de sus equipos, suponiendo la pérdida de talento por falta de confianza en sus empleados.
El trato inequitativo de ciertos empleados puede perjudicar la convivencia de los equipos.
Con el fin de cumplir metas, los jefes se encargan de guiar, supervisar e inspirar a sus empleados. No obstante, algunos empleadores se pueden convertir en personas estresantes, intensas y desconfiadas con sus colaboradores, a tal punto de entorpecer sus actividades.
Estos son los llamados ‘jefes helicópteros’, que siempre están “pendientes de lo que hacen sus colaboradores o subordinados y se encuentran continuamente ‘sobrevolando’ su trabajo, todo para comprobar cómo realizan sus tareas, asegurándose de que lo realizan de la única forma correcta de hacerlo, que es como él piensa que es”, afirma Jesús Gómez, docente y consultor de RR.HH. de Cerem International Business School.
En caso de que encuentre algo en ‘desorden’ o que no esté de acuerdo en cómo su equipo realiza las funciones designadas, este tipo de jefe optará por corregirlo inmediatamente, haciendo pensar a los miembros de su equipo que no están lo suficientemente capacitados.
Un buen líder intenta que su equipo aprenda de los errores y plantee soluciones para futuras situaciones.
Según Gómez, estas actitudes son características en aquellos jefes que, “con un enorme esfuerzo, han sacado adelante su negocio hasta hacerlo más grande y que hallaron la necesidad de contar con muchos más colaboradores; cuando llegan los subordinados, esta figura paternalista aparece y condiciona el desarrollo profesional y personal de estos empleados”.
El experto comenta que un excelente jefe se debería regir por estas características:
1) El líder convence, escucha los argumentos de los demás y busca construir un conocimiento conjunto entre todas las ideas.
2) El líder guía al grupo, se compromete con el día a día y predica con el ejemplo.
3) El líder no señala el error, sino que lo entiende y trata de reconducir las diferentes situaciones para mejorarlas.
4) El líder inspira confianza, reconoce y recompensa por el buen trabajo realizado, generando motivación y entusiasmo con su trabajo.
5) El líder es coherente con lo que piensa, hace y desarrolla.
6) El líder busca desarrollar todo el potencial de sus colaboradores para que progresen.
7) El líder habla en plural, donde los proyectos exitosos son responsabilidad de todos y los proyectos erróneos son responsabilidad de todos.
8) El líder es un referente con sus acciones, inspirando compromiso y lealtad.
9) El líder compromete a su equipo para lograr los objetivos, superarse constantemente.
10) El líder respeta la personalidad de cada uno, buscando conocerle, entenderle y ayudarle.
Laborar en un ambiente de excesiva autoridad y donde los protocolos son muy marcados puede frenar el desarrollo profesional y personal de los trabajadores, ya que se crea inseguridad y falta de autonomía alrededor de las tareas delegadas; ante este panorama, algunos pueden optar por abandonar su puesto de trabajo.
Aunque existen distintos tipos de liderazgo, unos más estrictos y autoritarios que otros, sí es necesario que se cree un diálogo constructivo y respetuoso entre líderes y subordinados. “Como personas que somos, tenemos un componente social que hace que queramos ser parte de un grupo y, para ello, es importante que nuestro responsable nos transmita ese sentimiento de pertenencia”, comenta el docente y consultor de RR.HH. de Cerem International Business School.
Un consejo para los empleados que traten con un ‘jefe helicóptero’ es “optar por ser más proactivos, mantener una buena comunicación y consultar cuando sea conveniente, generando un proceso de diálogo que se retroalimente constantemente, pero de forma natural”, concluye Gómez.