La mayoría de las personas huyen de una parte de sí mismas

Entrevista a María Ibáñez y Jesús Jiménez, psicólogos, sobre la depresión posvacacional.


Septiembre es el mes de vuelta a la rutina por excelencia. Durante estos días, abundan las noticias de expertos en psicología con un montón de consejos para paliar la depresión posvacacional, pero, ¿son realmente efectivos? ¿Es normal que cada año nos sintamos tristes, ansiosos, irritados o excesivamente cansados cuando volvemos a nuestro día a día?

Los psicólogos María Ibáñez y Jesús Jiménez, de Psicología e Introspección y autores del libro "Aprende a resolver lo que te hace sufrir", advierten de que algunos de estos consejos no son adecuados y pueden llegar a ser incluso contraproducentes, ya que nos equivocamos intentado ocultar el verdadero origen del problema.

Conversamos con ellos para profundizar sobre este malestar tan generalizado que afecta cada año, después de vacaciones, a tantos pequeños y mayores y que, aseguran, se puede resolver para siempre.

¿Es normal padecer síndrome posvacacional?

Es bastante habitual, se estima que entorno al 65% de las personas pueden sentirlo, de ellas un 35% lo sufren más intensamente. Normal no, en el sentido de que no debería ser así, por ejemplo, no diríamos que es normal el estrés aunque sea habitual.

¿Pasarlo mal al volver a la rutina es consecuencia de una mala gestión emocional?

Es debido a que hay un problema cuyas causas no se han sabido resolver. La gestión emocional se suele plantear como un proceso racional, en ese sentido no hay buena “gestión emocional” que pueda resolver un problema. Uno no gestiona un dolor físico, puede recurrir a un paliativo (analgésicos) para sobrellevarlo, pero no como solución, sino que debe buscar las causas del dolor para resolverlo. Del mismo modo las emociones negativas, el malestar, no se deben gestionar, sino que se deben comprender sus causas para resolverlas. En el caso de la vuelta a la rutina, si produce malestar hay que comprender esas causas, los motivos que originan ese malestar, y aprender a resolverlas.

Madrugar para hacer algo que a uno le gusta generalmente no suele costar, luego el problema no es madrugar, sino lo que va a ocurrir después

¿Por qué estamos, en términos generales, tan insatisfechos con nuestras rutinas y nuestros trabajos?

La búsqueda de seguridad, por miedo a sufrir, y el desconocimiento sobre cómo resolver el malestar, hace que las personas se conformen con situaciones que les hacen sentir mal. A veces se piensa que sólo hay dos opciones, resignarse o romper con todo, y esto hace que muchos se resignen al malestar, para luego “desquitarse” tratando de pasarlo bien en el tiempo libre, o bien vivir desmotivada. Esto a medio y largo plazo no es soportable y generará problemas psicológicos.

¿Por qué no aconsejáis seguir algunas recomendaciones típicas como proponerse nuevos retos o proyectos o volver a los horarios unos días antes?

Porque no funcionan. El consejo de volver a los horarios unos días antes no es contraproducente, pero este consejo se da por no comprender que las causas del malestar no son los horarios. Muchas personas creen que ese es el problema, tener que madrugar, por ejemplo, pero no es así. Madrugar para hacer algo que a uno le gusta generalmente no suele costar, luego el problema no es madrugar, sino lo que va a ocurrir después. O bien le cuesta madrugar porque la vida se le hace cuesta arriba, o porque no descansa lo suficiente…, en estos casos el problema es otro.

El ponerse nuevos retos y objetivos sólo servirá para distraer la atención del verdadero problema y puede, incluso, agravarlo. Una de las causas del malestar al volver a la rutina es la autoexigencia que muchas personas se autoimponen en su desempeño laboral y familiar. Esta autoexigencia puede tener su origen en el temor a la crítica de otros, o en el miedo a fracasar, etc; en definitiva, por temores no resueltos. Si esas personas añaden a su vida nuevos retos y proyectos, aunque logren sus objetivos, aumentarán su autoexigencia y su miedo a fracasar.

A corto plazo, ¿qué podemos hacer para mitigar la tristeza o la ansiedad de volver al trabajo?

Lo primero es tratar de no generalizar con la idea de que el problema es volver al trabajo, de forma global, sino dedicar unos minutos a identificar qué es lo que exactamente se rechaza dentro del trabajo: si es el horario, o la relación con un compañero de trabajo (o un jefe, o un subordinado), si es el temor a no hacerlo bien, a no dar la talla, a no tener tiempo libre… Identificar el foco exacto. Ser consciente de la realidad produce ya una cierta liberación, y a la vez abre la posibilidad de afrontar el verdadero problema. En este punto no se debe caer en el error, muy habitual, de pensar que eso no tiene solución, sino darse cuenta de que no se sabe resolver, que no es lo mismo. Después hay que aprender a resolver ese conflicto concreto.

Algunos temen volver al trabajo y otros temen tener vacaciones… ¿La angustia por cualquiera de estas situaciones indica problemas graves a nivel emocional?

En ambos casos esos temores indican que hay conflictos sin resolver. La gravedad dependerá del nivel de activación emocional, del nivel de angustia. No hay que alarmarse, tampoco resignarse. Lo que nosotros estamos mostrando es que son obstáculos de los que uno puede liberarse si los comprende y aprende a resolverlos.

La inmensa mayoría de las personas están acostumbradas a pensar en otros términos, es decir, a buscar las causas del malestar principalmente señalando un culpable

¿Es fácil identificar las causas reales de estos temores?

No es que sea difícil, pero la inmensa mayoría de las personas están acostumbradas a pensar en otros términos, es decir, a buscar las causas del malestar principalmente señalando un culpable: el trabajo, madrugar, el jefe, una relación negativa con alguien…, y esto dificulta la solución. Hay que aprender a identificar el problema sin culpar ni justificar, sino tratando de comprender la parte interna de cada uno para poder resolverla... No pensar que el entorno está mal y tú eres una víctima, tampoco lo contrario, que el entorno está bien y la culpa es tuya. Uno debe aprender a afrontar las dificultades externas, en un mundo que actualmente no está ordenado, aprendiendo a resolver sus temores internos.

Por otro lado, por poner un ejemplo, se ha difundido hasta la saciedad que el miedo es algo necesario, adaptativo, incluso en el campo de la psicología; o que no tiene solución, que hay que soportarlo, o gestionarlo, o incluso que es algo voluntario, que si lo tienes es porque quieres…, y falacias parecidas ¿Cómo va a buscar alguien las causas de sus miedos para resolverlos si está convencido de que no tienen solución?

Pero si una persona va entendiendo que esto no es así, que los miedos tienen una parte racional y otra emocional, y que se puede aprender e ir resolviéndolos, entonces cada vez se hace más sencillo.

¿Cómo podemos saber si necesitamos la ayuda de un profesional?

Nosotros animamos a que las personas inicialmente procuren informarse, traten de aprender por sí mismas, de poner en práctica lo que decimos para aprender a resolver el malestar. Pero si una persona está sufriendo y no consigue mejorar, o si no se ve capaz, es mejor que busque ayuda de un profesional. Pero incluso buscando esa ayuda, que no deje toda la responsabilidad en el profesional, pues una parte necesaria para resolver el malestar depende de uno mismo. Además, los profesionales son también seres humanos y, especialmente en el campo de la psicología, pueden equivocarse. Hay que participar junto al profesional en el proceso, sin dejarse convencer, sino aprendiendo, comprendiendo.

¿Vivimos demasiado desconectados de nosotros mismos? ¿Por qué?

Sí, la mayoría de las personas huyen de una parte de sí mismas. La causa principal es el temor a sufrir y el desconocimiento sobre cómo resolver sus conflictos. Hemos vivido en diferentes países y viajado mucho, y es igual en todas partes. A corto plazo, ignorar o reprimir, retirar la atención de lo que asusta y hace sufrir parece que funciona. La realidad es que acelera el pensamiento y aleja del bienestar.

Para resolver el malestar se puede buscar un paliativo temporal si es necesario, relajación o psicofármacos por ejemplo, pero es imprescindible comprender las causas internas de ese malestar para poder resolverlo. El sufrimiento, como el dolor físico, nos avisa de que algo anda mal y hay que solucionarlo. Si resuelven las causas que originan ese malestar, el sufrimiento desaparecerá y se afrontaran las circunstancias con mayor inteligencia.

Para resolver el sufrimiento hay que entender la causa y sus efectos, no escapar de ello

Decidme algunas estrategias fáciles y aplicables para todos para remediarlo.

Como decíamos, lo primero será prestar atención para descubrir cuáles son los conflictos concretos sin resolver, lo que desearías que fuera de otra manera. Después aprender a resolver esos conflictos. En nuestros libros y videos explicamos cómo aprender a hacerlo. Los pasos, simplificando, son: localizar el verdadero problema y aprender a no culpar a nadie, ni a ti mismo por la situación. Si el otro lo está haciendo mal es su problema, el tuyo es aprender a afrontar adecuadamente la situación, y protegerte si es necesario. Si el que lo está haciendo mal eres tú, culparse no arreglará nada. Lo siguiente es aprender a afrontar adecuadamente las emociones que produce la situación, sintiéndolas en el cuerpo, no pensando en ellas, y perderles el miedo. Después actuar correctamente y enfrentar el miedo (como hemos descrito antes) a las consecuencias. Y aprender del resultado.

Porque todos los problemas psicológicos tienen solución, si se abordan adecuadamente, si se comprenden. Y para resolver el sufrimiento hay que entender la causa y sus efectos, no escapar de ello. Por tanto, resumiendo, no huir de lo que hace sufrir, sino acercarse a ello, observar lo que siente y piensa en esa situación, prestarle atención para entenderlo y resolverlo.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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