Una de cada cinco mujeres pasará por la dolora experiencia de un aborto antes de la semana 12 de gestación. Un proceso natural que puede generar un importante sufrimiento para la madre y que no depende del número de semanas o meses de embarazo. En esta situación, el sostén y la comprensión pueden ser la clave para encontrar la energía y la fuerza necesarias para cuidarse y empoderarse.
La invisibilidad del aborto espontáneo
¿Es normal tener uno o más abortos? ¿Por qué ese primer embarazo que no evoluciona debe asumirse como algo tan normal? ¿Por qué no se puede iniciar un estudio después de un aborto para detectar posibles causas según los protocolos? Quizás ha llegado la hora de romper tabúes y creencias y no consolarse con el “mejor ahora que más tarde”, el “eres joven y tendrás tiempo” o el “como no ha nacido, no te has encariñado”.
El aborto es una situación que se suele invisibilizar para evitar el dolor que causa, pero las emociones que desencadena (como la rabia y la tristeza) quedan ancladas en lo más profundo del inconsciente y si no se liberan pueden dejar mella en la salud física y emocional de muchas mujeres.
Procesos como el aborto, la menstruación, el embarazo, el parto, la menopausia y la muerte son tratados como procesos patológicos en lugar de ser considerados naturales
Transitar el duelo sin tabús permite dejarle un espacio para integrarlo y dejar fluir las emociones. Hablar de la muerte puede ser liberador y muy transformador.
Los abortos espontáneos son frecuentes en la vida reproductiva de la mujer, una de cada cinco mujeres pasará por esta experiencia y sabemos que, en un gran número de casos, no se sabrá el porqué. La mayoría de los abortos incipientes suelen tener un trasfondo genético, el 90% de los óvulos fecundados no llega a buen término y la gran mayoría ni siquiera producirá niveles de hormona del embarazo detectables. Hoy en día, debido a la prontitud con que se realizan las pruebas de embarazo, aquellas pérdidas que hubieran culminado con una menstruación algo retrasada se contabilizan y generan falsas expectativas y quizás un sufrimiento innecesario.
Para algunas mujeres, la experiencia de un aborto será parte del aprendizaje de vida y para otras se convertirá en una vivencia que las marcará para siempre y, en ocasiones, con secuelas difíciles de sobrellevar. La gestión emocional que se haga de esta crisis vital formará parte del crecimiento personal y/o de la pareja, siendo una oportunidad para fortalecer vínculos y cimientos. El sostén y la comprensión pueden ser la clave para encontrar la energía y la fuerza necesarias para cuidarse y empoderarse.
Las mujeres necesitan una explicación
El aborto es multifactorial (queda mucho por saber sobre él) e involucra a los dos miembros de la pareja. Las causas pueden derivarse de aspectos genéticos, anatómicos, funcionales, emocionales, psicosociales, ambientales, relacionales o estresantes, entre otros. Pero también por intangibles de nuestro inconsciente relacionados con la ambivalencia que supone aceptar la maternidad, el rol social y cultural de la mujer, que se transmite de generación en generación, y que se relaciona con palabras como sacrificio, pasividad, sometimiento, satisfacer a la pareja y llegar a todo. Es fundamental tener una imagen saludable de la feminidad y de lo que significa ser mujer, apartándonos de los estereotipos sociales de “superwomen”.
La atención y el acompañamiento al duelo ha cambiado mucho en los últimos 30 años pero sigue siendo necesaria una transformación del paradigma médico y lograr una atención sanitaria humanizada que escuche a los pacientes, que empatice con ellos y que les ayude a afrontar la situación, con una mirada más amplia y poniendo a disposición de los que sufren todas las herramientas posibles para aclarar las causas (si son tangibles) y poder cerrar el proceso de manera saludable.
Las mujeres no necesitan actitudes paternalistas que las infantilicen, quieren recibir la información adecuada que les permita aceptar y asumir la toma de decisiones. Consolar a las pacientes, intentando evitarles el dolor, es lo peor que podemos hacer cuando alguien está pasando por esta situación de duelo. Hay que llorar la pérdida, aceptarla y volver a recuperar la confianza en la sabiduría del cuerpo, desterrando el sentimiento de culpa que embarga a muchas mujeres.
Es fundamental expresar el dolor, sin reprimirlo, para poder transformar la ausencia externa en una presencia interna
Prevención y fortaleza emocional
La prevención y la fortaleza emocional deberían ser prioridades sociales. Por un lado, podemos intentar mejorar todos aquellos factores tangibles que pueden precipitar la pérdida, con un buen estado de salud psicobiológico antes y durante la gestación, evitando tóxicos, supliendo los déficits nutricionales y gestionando el estrés. Y, por otro lado, aceptando la existencia de factores intangibles que desconocemos y a los que no tenemos acceso.
En el proceso de aborto, la conducta expectante -sin intervención farmacológica o quirúrgica- es una opción para las que así lo desean. Esta elección permite asumir el control de la situación y del cuerpo, resituándose, dando tiempo y espacio para integrar lo sucedido y permitiendo una elaboración más fácil del duelo.
El sufrimiento no acaba antes por una expulsión más rápida
Un legrado (a no ser que existan indicaciones médicas que lo aconsejen) no ralentiza la resolución del duelo. El cuerpo dispone de mecanismos de autorregulación que pueden permitir un duelo saludable. Durante este tiempo de espera, la liberación de neurotransmisores y de hormonas prepara al cuerpo para una expulsión natural y parece que tiene también una función reparadora que amortigua el dolor.
Las mujeres deben ser informadas de todas las opciones para la expulsión y resolución del proceso (evolución espontánea, intervención farmacológica o quirúrgica), de forma veraz y sin sesgos, para que puedan decidir libremente. La medicina parcelada, la carga asistencial y los sesgos clínicos y de género invisibilizan, a menudo, a la mujer y dejan que sufra en silencio. Por ello, han surgido multitud de asociaciones que visibilizan, informan, acompañan y reclaman una mejor asistencia sanitaria y/o social frente a este problema, con personal preparado, recursos y herramientas al servicio de las mujeres que lo necesitan.
Elaboración saludable del duelo
El proceso de adaptación a la pérdida y de reestructuración de la persona pasa por la elaboración saludable del duelo en todas sus etapas: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Puede haber tantos duelos como personas que pasen por él. La mujer y/o la pareja han perdido al que iba a ser su futuro bebé y tuviera las células que tuviera no se debe nunca banalizar. Es bueno darle su lugar, su espacio en el núcleo familiar; guardar algún recuerdo; escribirle alguna nota; realizar algún ritual o cualquier acto que materialice su corta existencia.
El amor es incondicional, no depende del número de semanas o meses de embarazo
También la interrupción voluntaria del embarazo debe ser atendida ya que puede producirse un duelo negado y estas mujeres pueden también necesitar comprensión, ayuda y ser escuchadas para sanar.