Los amores rotos en pandemia por infidelidades, peleas o falta de sexo


Cinco relatos, un factor que los une: la crisis por el covid les puso punto final a sus relaciones.

Sofía* soñaba con vestirse de blanco algún día y llegar al altar con su novio, a quien conoció en el colegio. Al observar su mano podía imaginarse cómo se vería el anillo en su dedo anular, pero su pareja nunca se sintió lista para ponerlo allí, a pesar de que estuvieron juntos por casi una década.

Ella aún recuerda con claridad cómo se quedó paralizada cuando lo vio por primera vez luego de que él le abrió una puerta y susurró algunas cosas incomprensibles a sus oídos.

La conexión entre ambos fue tan grande que las palabras sobraron aquel 2 de septiembre de 2011, el mismo día en el que, como si se tratara de una fecha de vencimiento, todo terminó nueve años después por circunstancias que jamás imaginó.

La suya es apenas una historia de amor de tantas que no aguantaron los efectos inesperados de la pandemia en las relaciones y que llevaron a muchos noviazgos a analizarse con tal profundidad que terminaron acabando lo que tenían, a matrimonios a chocar tantas veces entre las peleas cotidianas del encierro que no se aguantaron más, y a otros amantes a sucumbir en otras relaciones que surgieron en medio del tedio de las largas cuarentenas.

La relación de Sofía parecía ser inquebrantable al igual que un roble. Ella tenía 15 años y Andrés* era un poco mayor que ella, pero estudiaban en el mismo colegio, así que compartían recreos juntos y cuando la distancia los separaba, los mensajes de texto eran la forma para mantenerse comunicados. Bastó una semana para que él le pidiera tener “algo serio” con ella.

En esa edad, lo serio podría llegar a ser todo menos serio. O eso pensaban sin imaginarse que la realidad superaría las expectativas que tenían. Tanto así que Andrés ha sido el único novio formal que esta joven, quien hoy tiene 24 años, ha tenido en su vida.

“Él era mi persona favorita en el mundo. Ni el cambio de etapa como lo es entrar a la universidad nos separó. Las peleas, los obstáculos en el camino y las ganas de rendirnos tampoco lo hicieron. Yo creía que el amor lo podía todo”, confiesa. El amor pudo con todo lo que pasó antes, pero no con el coronavirus.

La pandemia nos privó de sentirnos cuando necesitábamos del otro

Las despedidas y rupturas no faltaron, pero siempre fueron iguales: se dejaban de hablar por chat, se bloqueaban en redes sociales y ya. Pasaban unos días y la misma conexión que hubo cuando los dos aún portaban el uniforme de su colegio salvaba la relación del naufragio. Un amor muy ‘’millenial’, dirían algunos.

Sofía explica que el éxito de la relación de ellos era verse, sentir sus manos entrelazadas, besarse, oler el perfume del otro y escuchar su voz o risa. La distancia, por ende, era lo peor que podía sucederles.

Cuando llegó la pandemia del coronavirus a Colombia e inició el confinamiento en Bogotá, la casa de esta joven se convirtió en un lugar donde nadie podía entrar ni salir porque su abuela, quien tenía prácticamente todas las comorbilidades, era la persona que más debían cuidar, pues el virus podría ser letal para ella.

Ya que no se podían ver tan seguido como les gustaba, intentaron mantener el amor a través de chat y videollamadas. No era lo mismo y el desgaste de los años se hizo más evidente que nunca.

“La pandemia nos privó de sentirnos cuando necesitábamos del otro. Ayudó a que nos distanciáramos con mayor rapidez y, tristemente, con mayor facilidad. La emergencia sanitaria fue una excusa para terminar la relación a través de un mensaje de WhatsApp y no de frente, mirándonos a los ojos”, narra.


La ruptura de Sofía y su novio se dio a través de Whatsapp.

En esa distancia aunque algunas conversaciones eran fáciles de mantener, la que tenía que ver con la forma como querían sellar ese amor eterno que decían tener siempre resultaba en discusión. Y en septiembre del 2020 cuando el tema salió a flote de nuevo, no hubo consenso.

"Yo quería empezar como empiezan muchas parejas: en arriendo, mientras que él quería esperar a tener 300 millones aproximadamente para poder comprar una casa. Teniendo en cuenta los salarios promedio de hoy en día, ¿en cuánto ahorraríamos ese dinero? ¿En otros 9 años?", relata.

Además, confiesa que en ese momento pensó que en el mundo debe existir una persona en el mundo que quiera lo mismo que ella. "Ninguno de los dos podía ceder a sus convicciones porque al final de día alguno iba a ser infeliz haciendo algo que no quería hacer", continúa.

Al ver que no habría ni la vivienda que ella soñaba ni la boda que anhelaba con la persona que amaba, aceptó que era el momento de decir adiós definitivamente. "No era la primera vez que hablábamos al respecto, pero yo sentía que la dinámica del noviazgo había llegado a su fin y era necesario dar un paso adelante, me sentía estancada", concluye su relato.

Después de ese 2 de septiembre de 2020 cuando se escribió el punto final de esta historia de amor, Sofía reflexiona que esta crisis sanitaria también sacó a flote algunos problemas del pasado que a gritos, prácticamente, señalaban que el fin estaba cerca. La pandemia simplemente lo aceleró todo y la sumió a ella en una tusa que aún lucha por superar en el encierro.

El matrimonio que la pandemia destruyó y aún anhelan salvar

Y es que así como esta emergencia desnudó las realidades de los países, los problemas en cobertura de salud, la desigualdad e inequidad, también reveló aspectos de las relaciones que muchos no conocían.

Eso fue precisamente lo que le sucedió a Isabela Pérez* con su matrimonio que inició en el 2013. Por seis años, ella y su esposo Jaime* trabajaron por construir un hogar sólido antes de que el primer hijo llegara a darles un giro a sus vidas. La felicidad de ser papás, en el 2019, poco a poco se fue transformando en frustración.

Cuando el virus apenas se estaba conociendo en China a finales de ese año, y se veía tan lejano de nuestro país, el esposo de Isabela se quedó sin trabajo, lo cual marcó el inicio, según cuenta ella, de una fuerte crisis tanto matrimonial como parental que lo llevó a él a irse del hogar en febrero del 2020, un mes antes de que la vida nos cambiara a todos. El equipo que intentaron formar se partió en dos.

Por tres meses, esta madre se quedó viviendo sola con su hijo. Mientras tanto, Jaime hizo su vida aparte sin contar con que una pandemia lo llevaría a volver a la casa en abril del año pasado.

“Yo tenía la esperanza de que su regreso cambiaría las cosas, pero no fue así porque el desempleo seguía y el tema de la paternidad no había disminuido, sino al contrario había aumentado. Entre más crece un bebé, más demanda”, asegura Isabela, quien al igual que su esposo, perdió su trabajo en mayo del 2020.

Según cifras del Dane, mayo y abril del año pasado reflejaron la etapa más fuerte del confinamiento de los hogares y la cuarentena para el aparato productivo. De hecho, el director de este departamento, Juan Daniel Oviedo, destacó que el 43,5 por ciento de los desocupados que registró el mercado laboral en mayo (4’694.000 personas) perdió su empleo por la pandemia.

Esa difícil realidad empezó a hacer estragos en el hogar de Isabela y Jaime. Los recibos de los servicios públicos que llegaban mes a mes no había cómo pagarlos. Comer un pan adicional en la noche significaba que al día siguiente no habría con qué acompañar el desayuno. El temor más grande que sentían era que, por la delicada condición de salud del bebé, le mandaran a hacer un examen y no tuvieran cómo cubrirlo.


Hasta septiembre de 2020, 12.637 parejas se habían separado en Colombia.

Las deudas, el estrés, el cuidado del hijo y el encierro resultaron ser la peor combinación que sacó a flote aspectos desconocidos de la personalidad tanto de Isabela como de Jaime.

De acuerdo con la mujer, su pareja vivía enojada todo el tiempo. “Cualquier conversación ponía el ambiente muy tenso. Se disgustaba por cualquier bobada y el ambiente se puso muy pesado”, confiesa y asimismo expone que las labores del hogar en el confinamiento se cargaron sobre ella.

“En la pandemia prácticamente yo hacía todo en la casa y cuando él hacía algo resultaba en una echada en cara horrible. Me decía, por ejemplo: vea, pero yo también ayudé con el almuerzo. Y yo decía: no pues gracias, casi se le caen las manos”, relata.

¿Cómo ha golpeado la pandemia a las mujeres?¿Cómo ha golpeado la pandemia a las mujeres?

 

Isabela reconoce que ante estos conflictos que surgían ella también reaccionaba de una forma compulsiva y palabras que pensaba que no era capaz de decir, salían de su boca. Afirma, además, que las discusiones que nacían por algo insignificante se volvían grandes peleas que dejaban ver aspectos no sanados del pasado.

“Sacamos a la luz esos vacíos que teníamos, entonces fue tenaz porque era una bomba de tiempo que estaba ahí haciendo tic tac silenciosamente y explotó cuando todo se juntó”, asegura.

Mientras los días avanzaban, la intranquilidad y los gritos retumbaban con más fuerza en las paredes del hogar hasta que en octubre de 2020, Jaime empacó toda su ropa y se fue de nuevo.

Isabela sintió temor al verse en un futuro sin su apoyo y compañía. “¿Qué voy a hacer con mi hijo?”, pensó. Aunque sabe que ella puede salir adelante sola, es consciente de que su bebé, quien está próximo a cumplir tres años, necesita tanto de su madre como de su padre. Lo menos que quiere es que el pequeño sufra.

Las cuarentenas le han servido a esta madre para reflexionar y entender que las relaciones de pareja, sobre todo las de matrimonio, necesitan de un nivel de madurez muy grande para enfrentar los desafíos que implican situaciones imprevistas como una pandemia.

Relata que a las malas tuvo que entender que un matrimonio es algo más allá del romanticismo. Es un trabajo en conjunto y un compromiso que supera todos los niveles. Ahora tiene la ilusión de que la distancia que han tomado les permita reflexionar sobre lo que sucedió e intentar arreglar las cosas o entender, sanamente, que todo acabó pero siempre teniendo presente que habrá un factor que los unirá como un equipo: su hijo.La infidelidad no entró en cuarentena

Mientras Sofía intenta lidiar con el dolor que le dejó terminar con su novio con quien tuvo una relación de casi 10 años, Isabela con la incertidumbre de saber si su matrimonio se podrá arreglar, Daniela Gutiérrez* aún está procesando que su pareja le fue infiel durante la cuarentena.

Hoy en día recuerda entre risas el momento cuando volvió a Bogotá de Acacias, Meta, el sitio donde estuvo viviendo con su mamá por tres meses cuando la pandemia llegó a Colombia.

Al regresar a la capital, ella pensaba que su relación seguía igual de bien a como lo estuvo durante dos años y medio. Sin embargo, esa sensación se derrumbó cuando una mujer la contactó y le dijo: “es que yo soy la novia de Pablo* y quisiera saber si tú todavía tienes algo con él”.

En ese instante, quedó fría. No entendía nada, así que decidió enfrentarlo. Al hablar con él se estrelló con la confesión de que efectivamente estaba con otra persona a quien incluso presentó a su familia como la “novia oficial”.

“A mí me dio muy duro. Nosotros estábamos en las mieles del amor y simplemente la pandemia arrasó con todo porque como no nos podíamos ver y estuve distanciada, él consiguió a otra persona”, expone asegurando que aunque él ha intentado buscarla de nuevo, ella jamás perdonará lo que le hizo.

“¿Cómo voy a estar con una persona que supuestamente me ama y en un momento tan difícil para todos, que por motivos de fuerza mayor nos obligó a viajar y a distanciarnos, hace eso? Ahí me di cuenta en lo que en realidad estaba metida”, confiesa esta joven que no planea por el momento darse otra oportunidad con él, como sí pasó en el caso de Helena Muñóz*, otra mujer de 24 años que vivió una situación similar.

La pandemia arrasó con todo porque como no nos podíamos ver y estuve distanciada, él consiguió a otra persona

Si de distancia se trata, tanto Helena como su pareja estaban acostumbrados a lidiar con ella, porque cuando arrancaron su relación, esta abogada vivía en Cúcuta y estaba terminando sus estudios universitarios, mientras que él residía en la capital del país.

Estar a 555 kilómetros de distancia no fue impedimento para ser novios desde enero de 2016. Cada dos o tres meses intentaban verse y procuraban que las vacaciones las compartieran juntos.

Sin mayores problemas transcurrieron los primeros tres años de relación hasta que Helena se trasladó a Bogotá a vivir después de haberse graduado de la universidad. “En ese momento yo no tenía trabajo y económicamente empezaron a haber roces, pero el amor seguía ahí normal”, relata.

En medio de la crisis del coronavirus, ambos se quedaron sin el empleo que les permitía a los dos ayudar a sostener sus hogares. Daniela no comía ni dormía por las preocupaciones económicas que parecían ser un callejón sin salida.

Según cuenta, para tratar de aliviar la angustia ella constantemente buscaba amor y refugio en su pareja, pero no lo encontraba, ya que ella tampoco lo daba. “Hubo muchos errores de comunicación graves. Yo lo cargué a él con mis problemas y él tenía los suyos”, asegura.

La relación perfecta que habían tenido comenzó a tener inconvenientes a los que no estaban acostumbrados y cuando en el país se empezaron a reactivar ciertos sectores, Pedro* le contó que iría a una fiesta en octubre con unos amigos. Pero lo que pasó en esa reunión le rompió el corazón a esta joven.


Una encuesta que realizó la organización benéfica británica ‘Relate’ en febrero de este año reveló que casi una cuarta parte de los participantes sentían que el encierro añadió presión a su relación.

“¿Tu por qué me hiciste eso? No entiendo”, le dijo a su novio cuando se enteró que en la fiesta él había besado a otra mujer. Aunque intentaron continuar pese a lo que sucedió, a mediados de diciembre terminaron su relación y el mundo a Daniela se le vino encima.

No comió por tres días y se enfermó. Solo pensaba que el amor especial que había sentido ya no lo tendría nunca más. Pese a lo anterior, el dolor que sentía lo dejó a un lado cuando una semana después ambos decidieron darse otra oportunidad ya que, aunque confiesa que está joven, está segura que él es el amor de su vida. La promesa de intentarlo de nuevo la sellaron el 31 de diciembre del 2020.

“Las relaciones tienen etapas en las que en muchas ocasiones las cosas cambian. Si a esos cambios normales le agregamos una pandemia todo puede terminar en un hecho que la relación no resiste. Pero parte de todo ese proceso fue entender que el amor cambia y se transforma, pero eso no quiere decir que el amor se acabe”, reflexiona esta joven que al día de hoy sigue trabajando con su pareja para salvar lo que han construido en cinco años.

‘La falta de relaciones sexuales apagó la magia de la relación’

Una encuesta de profamilia publicada el pasado 12 de abril en el marco de un estudio dirigido por la Universidad de Gante (Bélgica) y del London School of Hygiene and Tropical Medicine (Reino Unido), arrojó este dato: 18 % de los encuestados aumentó la frecuencia de la actividad sexual con su pareja y el 30 % la disminuyó.

Los datos de dicha investigación permitieron concluir que la pandemia ha tenido un impacto significativo en las relaciones de pareja. El 64 por ciento de las personas encuestadas que estaban en una relación afectiva tres meses antes de la crisis sanitaria terminaron su relación durante las medidas más estrictas de la cuarentena.

Asimismo, evidenciaron que las dinámicas sexuales de las parejas se habían transformado en los tiempos del confinamiento, tal como le sucedió a María Paula Gómez con su pareja, quien según cuenta, le daba una importancia grande a la intimidad que había entre ellos.

Verse antes de la pandemia resultaba más sencillo que en muchos casos. Los dos viven en el mismo conjunto y la casa de él queda en la esquina contraria de donde reside esta mujer de 27 años, quien inicialmente fue la que le propuso que fueran novios en el 2019.

El problema de él siempre ha sido el coqueteo con otras chicas

En ese año, un trabajo muy demandante la hizo ocupar la mayor parte de su tiempo y la dejó sin un espacio amplio para estar con él. La monotonía se tomó la relación y él, según cuenta ella, comenzó a buscar atención en otra mujer.

Pese a que hubo problemas por la falta de tiempo juntos, ellos continuaron su relación. “Yo venía sintiéndome mal por el empleo, además me sentía mal con mi cuerpo. Las relaciones no eran tan frecuentes y mi libido era súper bajito”, cuenta Gómez.

Aunque vivían muy cerca, la distancia fue más grande que nunca con la llegada de la pandemia, ya que la casa de María Paula es igual a la de Sofía: nadie puede entrar o salir sin los protocolos de bioseguridad aplicados al extremo.

Su padre hace parte del personal de la salud y su madre, quien también es médica, padece de un cáncer. El riesgo del contagio entonces es muy alto en su hogar y todos velan por cuidar la salud de todos.

“Los encuentros se hicieron menos frecuentes de lo que ya eran antes porque así él fuera mi vecino, no podía entrar. Intentamos mantener el deseo por videollamadas, pero no pasó nada más. Él estaba agobiado y yo por el contrario estaba feliz porque tenía más tiempo para mí”, relata la joven.

El deseo se fue perdiendo poco a poco y el miedo de María Paula por contraer el virus en las salidas que tuvieron cuando se reactivaron ciertos sectores no la dejaba respirar tranquila.

En una de las oportunidades en las que salieron, ella se dio cuenta de que su pareja le estaba siendo infiel con otra mujer mientras intentaban salvar la relación. Eso fue la gota que rebosó la copa.

“Vi la conversación en su celular y dije no, esto no lo paso. Me pareció triste que me diera cuenta así y no que él me hubiera contado”, recuerda la joven, quien la primera semana de abril de este año decidió terminar la relación.

Las relaciones tienen etapas en las que en muchas ocasiones las cosas cambian

Los testimonios reunidos en esta nota pasaron por una situación similar, pero la ruptura no fue lo único común entre ellos. En todos los casos, después del fin de la relación, hubo un espacio de reflexión que les ha servido para conocerse más así mismas e intentar darle un rumbo nuevo a sus vidas tras el dolor que generó lo que vivieron con sus parejas.

"Ni estando encerrados la vida se detiene, así que nosotros tampoco podemos hacerlo", decía una de las mujeres que compartió su historia con este diario.

Y es que así como ellas, seguramente hay muchas personas que a diario lidian con descifrar cómo enfrentar los cambios que significó para sus vidas la pandemia. Y no solo en lo que a la vida amorosa se refiere.

*Los nombres fueron cambiados por petición de las fuentes consultadas para esta nota.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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