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La pandemia ha alterado nuestros patrones de sueño y nuestro ciclo menstrual. La regularidad ha disminuido, mientras aumentan la amenorrea y la dismenorrea. Pero no todo fue negativo durante el confinamiento, que también nos ha permitido parar. Para muchas mujeres, ha sido el contexto favorable para plantearse el sangrado libre.
La pandemia ha alterado nuestro ciclo menstrual, pero también nos ha permitido parar
El confinamiento de los meses de marzo, abril y mayo afectó al ciclo menstrual. Son los datos de una encuesta online realizada en mayo de 2020 entre 800 adolescentes y mujeres de España y otros países como México, Argentina, Chile y Colombia. Los retrasos o ausencia de regla fueron las principales alteraciones. La regularidad del ciclo ha disminuido, mientras que en los tres meses en los que duró el confinamiento, aumentaron la amenorrea (que es la falta de menstruación durante más de tres meses, ya sea temporal o permanente) y la dismenorrea, o dolor menstrual.
Para María Victoria López Benito, una de las autoras del estudio, “es obvio, porque en el ciclo influyen muchísimo los niveles de estrés y aquel primer momento de confinamiento estricto era una situación desconocida que muchas mujeres vivieron de una manera muy agobiante”. En su opinión “eso se refleja en el ciclo que, al final, es una manifestación de nuestro estado de salud integral”.
Más del 90% de las encuestadas no había padecido la COVID-19 o, al menos, no le fue diagnosticada, y un 40,5% se tuvo que adaptar al teletrabajo. En concreto, la regularidad de sus ciclos bajó de un 75% a un 67,8% entre los meses de marzo y abril, mientras que en mayo algo más del 40% de las mujeres afirmaba había sido regular. La amenorrea aumentó durante los tres meses de confinamiento progresivamente, del 4,8% en marzo al 6,5% en abril y el 7,8% en mayo. En este periodo también se incrementó la dismenorrea, esto es, el dolor menstrual, que subió en los estadios en los que es calificado como “mucho” e “incapacitante”.
“Muchas mujeres estaban viendo sus ciclos alterados”
Lola Hernández, psicóloga y directora del movimiento de cultura menstrual La caravana roja, se ha encontrado durante la pandemia con grupos de mujeres que han sufrido alteraciones debido al estrés y la incertidumbre, además de haber modificado sus hábitos y rutinas diarias. “Todos estos patrones, como las rupturas, los cambios de residencia o los duelos, tienen repercusión en el ciclo”, explica.
También Rosa Paradela, instructora de yoga para ciclo menstrual y climaterio, ha observado que ha habido muchos trastornos desde que se decretara el estado de alarma. “Muchas mujeres han tenido la menstruación dos veces en un mes o se les ha alargado mucho el periodo, por ejemplo, ya sea por la ansiedad, el sendentarismo o por tomar comida más procesada”. En su opinión, lo que está ocurriendo durante la pandemia es que lo que había se ha amplificado.
Más de la mitad de las mujeres encuestadas experimentó durante el confinamiento tristeza, estrés e inseguridad, aunque algo más del 40% también sintió relax, y creatividad, un 38%. María Victoria López Benito destaca que no todo fue negativo. Si bien es muy habitual que aparezcan emociones como el estrés o la angustia, muchas mujeres también sintieron tranquilidad o lo vivieron como un momento importante de creatividad. “Las más afortunadas también pudimos disfrutar el confinamiento en el sentido de parar nuestro ritmo, dedicarnos tiempo y vivirlo casi como un regalo”, asegura.
“Muchas mujeres están teniendo mejores ciclos porque han podido parar”
Rosa Paradela lo corrobora. “Hay muchas mujeres que están teniendo mejores ciclos porque han podido parar”. Aunque son minoría, al poder descansar más en casa; quitarse los viajes, que alteran los ciclos; al tener tiempo para ellas y comer mejor han tenido ciclos regulares, sin dolor. “Incluso a mujeres que tenían más problemas se les ha regulado el ciclo”, asegura. “Depende mucho de la situación, pero parte de los ciclos es llevar nuestro propio ritmo y ahora lo hemos podido hacer”.
En los talleres de La caravana roja, Lola Hernández se ha encontrado con mujeres que, al haber tenido que parar, se han podido replegar hacia el interior. “Esto les ha supuesto una oportunidad de mirarse y al encontrarse consigo mismas en un espacio más íntimo, sus menstruaciones han sido más llevaderas”, explica. Gracias a esa soledad, muchas mujeres, especialmente las que viven solas, “han podido acceder a la sabiduría que conlleva el ciclo menstrual y esa escucha interna ha sido una oportunidad para conocerse mejor”.
Para Rosa Paradela, el ritmo cotidiano es hostil al ciclo de las mujeres: “no se puede llegar al climaterio, menstruar o tener un postparto con un ritmo tan ajetreado”. Durante la pandemia, para las que hemos podido dormir bien, gestionar el estrés o comer mejor “ha habido un antes y un después: mujeres que nunca antes habían tenido ciclos saludables ahora se han sentido reguladas”.
No todo fue negativo durante el confinamiento
De hecho, el 57,6% de las encuestadas ovuló durante los meses de confinamiento. El 67,9% de estas mujeres mantuvo sus rutinas de movimiento o ejercicio físico, un 44,6% siguió con sus hábitos de alimentación y el 29,9% los mejoró. El patrón del sueño ha sido el ciclo que más se ha alterado durante este tiempo. Para el 65% de las encuestadas se ha alterado su rutina, el 36% tuvo problemas para dormirse y el 29% se desvelaba durante la noche.
La pandemia ha sido el contexto favorable también para plantearse alternativas al uso de productos de higiene menstrual, como el sangrado libre. Rosa Paradela, instructora de yoga, explica cómo “muchas mujeres me han contactado para hacer sangrado libre. Puesto que van a estar en casa, se sienten con la disponibilidad y ello hace que tengan una experiencia diferente con la regla, baja el nivel de infecciones y dejan de usar productos, lo que repercute en su economía, además de en su autoconocimiento”, asegura.
El estudio sobre la relación entre alteraciones en el ciclo menstrual y la experiencia del confinamiento fue llevado a cabo por la plataforma Encuentro de Cultura Menstrual. Sus coordinadoras, María Victoria López Benito y Carolina Ackermann, decidieron estudiar en profundidad la relación entre "Alteraciones del ciclo y confinamiento" al detectar las inquietudes de muchas mujeres en etapa fértil que estaban viendo sus ciclos alterados y hacían llegar sus preguntas a expertas en ciclo menstrual por redes sociales.