La ceremonia del té y sus secretos para la felicidad

En un libro transformador y emocionante lleno de enseñanzas para lograr vivir una vida plena, Noriko Morishita cuenta su historia con la ceremonia del té, una disciplina en la que se inició con apenas veinte años y que le ha regalado un sinfín de lecciones de vida.

La ceremonia del té y sus secretos para la felicidad

En ‘Cada día es un buen día', un libro que mezcla la narrativa y la autoayuda, Noriko Morishita explica su historia con la ancestral Ceremonia del Té. Empezando a recibir clases a los 20 años sin saber hacia dónde dirigir su vida, la autora descubrió un mundo y unas enseñanzas totalmente profundas que le cambiaron la visión no solamente de la ceremonia del té en sí, sino de la vida en general. Asumir que no sabemos nada, concentrarse en el presente, disfrutar de cada momento o enfocarse en aquellas acciones con un valor genuino son solo algunas de las innumerables lecciones que adentrarse en este mundo le proporcionó a Morishita. En definitiva, un libro transformador y emocionante, repleto de enseñanzas para vivir una vida plena.

A cambio del tiempo que lleva entenderlo, el Té te permite saborear la emoción del momento en el que tu mundo se expande

Cuando era adolescente, la autora estaba convencida de que el Té “no era más que autoritarismo sin sentido. Solo eran mujeres presumiendo ante las demás”, por lo que no tenía nada en absoluto que le atrajera. Se inició en las clases bajo recomendación de su madre, y pasó mucho tiempo hasta que se adentró realmente en el Té: “no había retenido nada, aunque lo había hecho solo una hora antes. Parecía que cada movimiento se burlara de mí. Y yo lo había menospreciado por ser “una afición rancia para amas de casa””. Fue en ese momento cuando se le cayó la primera venda de los ojos: no hay que menospreciar las cosas. Hay que empezar desde cero cuando se quiere aprender. Aprender significa “abrirse ante otra persona, aceptar que no sabes nada”, e implica dejar el orgullo de lado: “el orgullo inútil es un peso innecesario. Hay que dejarlo de lado y vaciarse. Si no, no hay espacio para que entre nada”.

Cada semana, su sensei, Takeda, le repetía las mismas palabras: “la práctica lo es todo”. La práctica hace al maestro, por lo que hay que repetirlo una y otra vez, tantas veces como sea posible. Al cabo de un tiempo, la protagonista entendió que debía confiar en sus manos: “al estar un mes sin ir a clases durante verano y volver, la mano se me movía sola, antes de que yo pudiera pensar en lo que venía a continuación. Era como si algo me controlara de forma repentina, pero, de algún modo, me gustara”.

Aprender a pasar página

Una de las mayores enseñanzas que la autora recibió del Té es la importancia de vivir en el presente con un ojo puesto en el futuro: “cuando pasas por momentos difíciles, cuando has perdido toda confianza y parece que el mundo está sumido en la oscuridad”.

Con la llegada del invierno, la alumna tuvo que aprender desde cero a hacer otro tipo de Té. Ofuscada porque finalmente había aprendido a hacerlo y ahora tenía que aprender a hacer otro, la maestra le recordó la importancia de superar y pasar página para aprender de cero.

Eventualmente, y entre mucho cansancio, aprendió a experimentar segundos de vacío en los que no tenía ningún pensamiento cuando se centraba en preparar Té: “cuando pasaba eso, me sentía fugaz y agradablemente desconectada de todo. Esos días volvía a casa con las energías renovadas y olvidaba por completo mi abatimiento anterior”.
Observar y sentir, parte del aprendizaje

En las Ceremonias de Té se puede ser anfitriona o invitada. Cuando eres invitada, “al observar a la otra persona sientes muchas cosas diferentes. A veces te sorprenderá la elegancia de un movimiento concreto”. Observar y sentir es una parte importante del aprendizaje de esta disciplina.

También se aprende a observar el entorno, algo que explica la autora al recordar que, si bien en un primer momento veía los utensilios de preparación como simples “tazones viejos, simples y del color del barro”, la realidad era otra: escondían formas, colores, flores y adornos increíbles e ingeniosos. Todos ellos “solían tener una sorpresa que esperaba agazapada, lista para dejarte sin aliento”.

Usábamos los cinco sentidos y, además, la imaginación

Cada semana, totalmente concentrada, lograba saborear la estación del presente. Aprendió a prestar atención a los cinco sentidos, y descubrió una conexión con la naturaleza que hasta entonces no conocía: un día, sintió mucho dolor de cabeza de repente y se paró en una cafetería de una estación para descansar.

Se encorvó en la silla apretándose la cabeza, y justo cuando lo hizo, el alboroto y el ruido de alrededor se fueron alejando. “Me sentí como si me hubieran metido en una burbuja de quietud. Era una sensación agradable, como si el riachuelo de una montaña fluyera en un hilo por mi cabeza y mitigara la presión de mi cerebro antes de que nada pudiera romperse”. Cuando levantó la cabeza, el dolor había desaparecido. En tan solo unos minutos, se había recuperado del todo por arte de magia. Sin embargo, al levantarse para irse, se percató de un sonido: “al oír el borboteo de agua, me volví y vi una palangana que alguien había colocado bajo el grifo para que recogiera el agua corriente. Ese era el sonido que había penetrado en mis nervios alterados, me había ayudado a relajarme y me había curado el terrible dolor de cabeza”. Supuso que era una metáfora del efecto reparador de la naturaleza sobre los humanos: había encontrado una conexión con la naturaleza sin ser consciente de ello.
Vivir el momento

Si algo marcó especialmente el desarrollo personal de la autora fue la muerte de su padre. Como explica en el libro, hay ciertas cosas para las que uno nunca puede prepararse, aunque sepa que van a pasar.

Por eso, insiste en que “si quieres ver a alguien, tienes que hacerlo. Si quieres a alguien, tienes que decírselo. Cuando las flores se abran, celébralo. Cuando te enamores, entrégate. Cuando estés alegre, compártelo con los demás. Cuando encuentres la felicidad, recíbela con los brazos abiertos y saboréala de verdad. Puede que eso sea todo lo que podamos hacer. Si hay alguien que es especial para ti, deberías aprovechar cada oportunidad que tengas de comer con esa persona, vivir la vida con esa persona, disfrutar de su compañía”.
Crecer lleva tiempo

Con los años, la autora, que todavía practica y enseña el arte de las Ceremonias del Té, aprendió que lo que “consideraba que era el Té no era más que el fragmento minúsculo que yo podía ver”. Quizás ahora todavía no sabe nada sobre el Té pero, por otro lado, de eso se trata: “el Té es un poliedro con un número infinito de caras”. Permite cualquier interpretación, por lo que la forma de verlo de cada persona es solo uno de los miles de mundos que tiene.

Puede que el Té simplemente refleje a la persona y que, por lo tanto, haya tantas formas de Té y de vivirlo como personas en el mundo.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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