La del titular, una frase despectiva que escuché en alguna trinchera donde se habla mal de ellas y que inspiró una nota publicada hace ya 21 años en el semanario Cundinamarca, de la Casa Editorial EL TIEMPO y que hoy sigue vigente. Pocas cosas han cambiado, solo el incremento de la violencia en contra de la mujer de la que Colombia ocupa en segundo lugar, según se desprende del tuit de Informal Economy (@EconomyInformal) que hoy se publicó.
En aquel año, al redactar la nota, estaba convenido de que la situación cambiaría y que nuestras mujeres (rurales y urbanas) tendrían un mejor futuro, con los años la gente sería más humana, más respetuosa y les daría el estatus que les corresponde. Solo sueños.
Lo triste es que pasaron los años, todo ha empeorado y suceden casos como los de Doris Adriana, Yuliana y Rosa Elvira, entre los muchos miles de desconocidas a quienes se les ha violentado su cuerpo, su dignidad y su vida; todas ellas nos han estremecido hasta lo más profundo del ser, sin nunca dejar de honrar la memoria de Gloria Lara.
Solo un dato: hace ya más de 13.000 años ellas descubrieron la agricultura con el único fin de darnos de comer y para darnos una mejor vida, fueron las primeras fitomejoradoras. Que no se nos olvide.
Como homenaje a todas y cada una, hoy vuelvo a publicar lo escrito en el año 2000, gracias a la deferencia de la Casa Editorial:
Con paupérrimos ingresos, menores al salario mínimo, niveles de analfabetismo del 18 por ciento, cabezas de familia en el 22 por ciento de los hogares y con un índice de 39 por ciento sin atención a la hora del parto, están las mujeres que habitan las áreas rurales de Cundinamarca.
Así lo reveló un estudio elaborado por Beatriz Franco, de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, Corpoica.
Adicional a lo anterior, ellas están sometidas a altos índices de violencia doméstica. A pesar de que la muerte por este aspecto es menor que la del hombre, se ha generado mayor vulnerabilidad entre quienes se ven desplazadas de su entorno, convertidas en jefas de hogar y obligadas a emigrar.
Qué hacen ellas? Es que mi mujer no hace nada!. Así, con tal desfachatez, se escucha el comentario en muchos sitios concurridos por hombres (bares, billares, ferias…) al referirse a sus cónyuges o compañeras permanentes.
Sin embargo, el estudio citado revela algunas de las labores realizadas exclusivamente por mujeres, divididas según cada uno de los roles que asume diariamente: Como ama de casa: cocinar (desayuno, almuerzo y comida), arreglo de ropa (lavar, coser, planchar y confeccionar), cuidado de los hijos (aseo, darles de comer y ayudar en las tareas escolares), arreglo de la casa (barrer, tender camas y trapear) y conseguir los insumos para cocinar (rajar leña, recolectar y cargar agua).
Como comerciantes de la producción de su finca, ellas venden productos agrícolas y leche, entre otros elaborados en casa como quesos y cuajadas.
En su rol como participante activa de la sociedad asisten a reuniones de padres de familia convocadas por los colegios, juntas de acción comunal, así como a cursos y charlas técnicas.
Cuando tienen algún tiempito para descansar, lo utilizan en labores manuales como hacer ruanas y cobijas y tejer sacos, que sirven para reforzar los ingresos de la economía familiar.
El rol productivo La mujer rural, en su relación con la producción está dedicada a la parte agrícola y ganadera.
En la primera se destacan la preparación de terrenos para siembra, la siembra misma y otras labores propias de los cultivos como fertilización, riego, control de plagas y enfermedades, lo mismo que en las trabajos de cosecha y poscosecha.
En la parte pecuaria, ellas cuidan de los animales en pastoreo e igualmente intervienen en otros trabajos como vacunar, ordeñar, controlar parásitos, alimentar animales, asear instalaciones, cortar colmillos y castrar, entre otras.
Este rol productivo está afectado por varios problemas relacionados con la comercialización de productos, la mano de obra y el uso del crédito.
La comercialización es un aspecto que genera incertidumbre debido a la inestabilidad de los precios de los productos agrícolas, labor de la cual se obtienen ingresos inferiores a los costos de producción.
La escasez de mano de obra es un problema ocasionado, en gran medida, por la migración de jóvenes a las ciudades, lo cual significa un alto costo de la poca mano de obra disponible, incrementan los costos de producción y disminución de los ingresos.
Este panorama está complementado por el problema que presenta el uso del crédito, el cual se caracteriza por el alto costo de los intereses.
Otros aspectos Dentro del estudio de género hecho por Corpoíca se destacan otros puntos oscuros: En el caso específico de la jornada laboral en las familias dedicadas a la producción de papa, ellas trabajan mucho más, ya que fluctúa entre 16 y 18 horas, mientras que los hombre trabajan entre 13 y 15 horas.
En grado de escolaridad 66,5 por ciento de las mujeres han cursado primaria o bachillerato, mientras que el índice reportado para los hombres es de 80 por ciento.
Al hablar del descanso, el hombre lleva las de ganar, pues a esto dedica 8 por ciento más que la mujer, es decir, ella no solo trabaja más horas efectivas (2,2) que el hombre, sino que descansa menos.
En su relación con la comunidad, especialmente en las zonas frías de Cundinamarca, se sigue presentando desorganización de las comunidades rurales, aspecto asociado con patrones culturales donde prima más el individualismo que el sentido de integración y organización.