Padres perfectos

es poco frecuente que se exteriorice el agotamiento emocional.


El cansancio y las pocas horas de sueño son las principales quejas de las mamás primerizas.

Leí recientemente que una reconocida periodista estadounidense recibió tremendo regaño de sus jefes cuando, en una ocasión, estando al aire en un programa de televisión, afirmó: “Estoy harta y cansada de estos niños”, refiriéndose a sus propios hijos. Le dijeron que no era bien visto que una mamá hablara de sus hijos en esos términos, pues podría ofender a otras madres.

A ella, mamá de cuatro hijos, más ofensiva le pareció la reprimenda de sus superiores, pero, queriendo conservar su trabajo, se quedó callada. Ahora, retirada de las cámaras, lamenta su silencio y no haber defendido en ese momento su posición.

Yo he trabajado en medios y entiendo perfectamente lo que ella sintió. Admitir públicamente que la maternidad es difícil o que hay días en que esa tarea es agotadora, desgastadora y jarta es como un sacrilegio.

Admitir que uno está exhausto de ser padre y que a veces no nos sentimos radiantes en ese rol es una ofensa personal.

Quienes somos padres sabemos que no hay nada más real y transparente que admitir esos momentos de la maternidad y la paternidad en los que queremos escondernos bajo las cobijas hasta que nuestras criaturas lleguen a la adultez.

¡Pero nadieeee habla de esto! Hoy en día, pululan en las redes sociales fotos de familias editadas con tal perfección que los hijos muestran pintas de ropa tan fríamente coordinadas y orquestadas que parecen más un equipo de fútbol o una banda musical que una familia. ¡Todos, divinamente peinados, luciendo sonrisas amplias y caras radiantes de felicidad! Postales de familias ‘perfectamente perfectas’.

Es poco frecuente que se exteriorice el agotamiento emocional y físico que producen las luchas de poder que sentimos cada minuto de la crianza

Allí solo vemos reflejados padres orgullosos, hijos ejemplares y amor desbordado entre todos.

En las redes, nadie documenta las peleas por los permisos de salida, las trasnochadas intentando enseñarles a dormir solos o las discusiones para que se peinen, se cepillen los dientes o recojan sus juguetes. Nadie habla de las noches en vela que se pasan cuando ellos salen y deciden no contestar el teléfono. O de las oraciones para que simplemente pasen una materia.

Es poco frecuente que se exteriorice el agotamiento emocional y físico que producen las luchas de poder que sentimos cada minuto de la crianza. Y a la mayoría nos da pena admitir que, muchas veces, no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo; por el contrario, les damos cátedra a los otros padres para demostrar que tenemos todo bajo control.

¿Qué pasaría si normalizáramos lo difícil que es ser padre? ¿Si generáramos un espacio honesto y sincero para que las nuevas generaciones no tengan que esconderse en su vergüenza por no ser padres inmejorables? Sinceramente, pienso que nos quitaríamos un gran peso de encima, y de paso les enseñaríamos a nuestros hijos que el amor está lejos de ser perfecto... ¡pero que eso jamás le quitará lo inmenso!
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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