Afrontar la pérdida de los seres queridos en medio de las fiestas: Un camino hacia la adaptación y la resiliencia


Darnos cuenta de que nuestro día a día va relacionado con la noción de finitud.
Le da mucho más valor a algo tan fugaz como el presente. Montse Esquerda.

Este fin de año, las fiestas son un gran desafío para todos nosotros, pero principalmente para todas aquellas personas que han perdido a uno o varios de sus seres queridos debido al nuevo coronavirus u otro tipo de enfermedad. 

Con respecto al COVID-19, las investigaciones que han ido surgiendo, informan con base a cálculos demográficos, que por cada persona que ha fallecido, nueve familiares se han visto afectados, lo cual puede crear una segunda ola de problemas de salud físicos y mentales en los sobrevivientes relacionados con el duelo (Verdery, A. M., et al., 2020) debido a las circunstancias inusualmente desafiantes que rodean la pérdida, como:
El declive rápido.
La muerte repentina e inesperada.
El no poder despedirse. 
La falta de interacción con el enfermo y no poder estar allí en el momento en que más lo necesita.
El no poder comunicarse con el resto de los miembros de la familia de manera natural para poder brindar y recibir atención y consuelo, lo que puede contribuir a que el dolor sea aún más intenso.
El no poder participar en los rituales normales de despedida y en la conmemoración post mórtem tradicional debido a las restricciones de viaje y el tamaño reducido de los funerales y monumentos conmemorativos; lo cual disminuye la falta de reconocimiento social o cultural y perjudica los recursos de apoyo que ayudan al proceso de duelo.

Por otra parte, debido a la naturaleza tan altamente transmisible del COVID-19, muchas personas han experimentado la muerte simultánea de varios miembros de la familia, lo que viene a complicar aún más el proceso de duelo, tanto a nivel individual como en todo el sistema familiar. 

Algunos aspectos a tener en cuenta con respecto al duelo y la pérdida.

La pérdida es la situación objetiva de una persona que ha experimentado recientemente la muerte de alguien significativo, mientras que el duelo es la emoción subjetiva y un fenómeno complejo relacionado con una variedad de aspectos psicológicos, conductuales, sociales y de reacciones físicas que experimenta el doliente tras la muerte de un ser querido (Stroebe M., 2018).

Algunas de las reacciones frente a la pérdida y el duelo abarcan:
Ansiedad.
Sentimientos de culpa.
Autorreproches o acusaciones hacia sí mimos o hacia los demás.
Depresión. 
Irritabilidad.
Pérdida del placer. 
Negación
Evitación
Dificultades de concentración
Desesperanza.
Quejas somáticas y físicas.
Alteraciones de sueño.
Pérdida del apetito, etc.

Debe entenderse que no todas las personas en duelo manifiestan todas o las mismas reacciones que se mencionaron anteriormente; ya que el duelo es un dolor único y particular, y la experiencia del mismo es, en muchos sentidos, absolutamente diferente a cualquier otro tipo de dolor (Moules, N. J., et al., 2004).

Por otro lado, es muy importante tener presente que hay grandes diferencias individuales en la manera como cada persona reacciona frente a la pérdida. Estas diferencias están relacionadas con la naturaleza de la muerte, las características personales y la relación con el fallecido (Stroebe M., 2018). 

De igual manera, la manifestación y la frecuencia de algunas de las reacciones mencionadas están más relacionadas con el tiempo, por ejemplo: el shock y el aturdimiento son frecuentes al principio, mientras que las quejas somáticas pueden tardar más en aparecer. Por el contrario, los sentimientos de angustia y depresión se extienden durante un largo período de tiempo y se pueden repetir con frecuencia; y estos van disminuyendo gradualmente durante un período de meses o incluso años (Stroebe M., 2018).

Otras características importantes a tener en cuenta es que muchas personas en duelo se esfuerzan por mantener el vínculo con el difunto, mientras que otras intentan romper esos lazos y seguir adelante con su vida. En cambio, otras se centran en un profundo dolor o expresan alivio y esperanza. También puede darse la necesidad de hablar de la propia pérdida o evitar hablar de ella, o de aceptar y negar la realidad de la muerte; o también, la risa puede mezclarse con el dolor, y el alivio con el pesar.

Son tan complejas y tan variadas las maneras como podemos llegar a reaccionar frente a la pérdida, que es muy difícil describir lo que es normal en el proceso de duelo; sin embargo, hay que aclarar que el duelo sí puede llegar a complicarse y, en estos casos, ya sería necesario buscar la ayuda y el acompañamiento de un profesional. 

Adaptación y resiliencia frente a la pérdida 

A pesar de que hay un número sorprendente de personas resistentes o resilientes, los efectos para nuestra salud mental y física como consecuencia del COVID-19, son bastantes profundos, ya que estamos enfrentando múltiples golpes: La amenaza de la enfermedad, la soledad del aislamiento, la pérdida de empleo, la incertidumbre continua sobre cuándo terminará realmente la pandemia y la pérdida de seres queridos, (Denworth, L. (2020). 

Por tanto, no es de extrañar que para muchas personas este tiempo de fiestas sea aún más complicado y difícil de llevar, de hecho, pueden llegar a sentir que no hay mucho que celebrar; sin embargo, es necesario seguir hacia adelante, aceptando que el mundo en general, como nuestra vida en particular, han cambiado.

El primer paso es tener claro que es más saludable y manejable la adaptación al cambio, principalmente la adaptación a las pérdidas, que el afrontamiento, ya que este exige que respondamos en un período de tiempo limitado y que contemos con unas habilidades específicas (Zhai Y. & Du, X., 2020), las cuales muchas veces no tenemos.

La adaptación, en cambio, permite ir adaptándose continuamente a los cambios que genera la pérdida e ir elaborando el proceso de duelo a su manera y su propio ritmo, al igual que permitirá explorar o buscar otros recursos que sean de ayuda en el proceso de duelo.

Así pues, enfrentar con éxito una crisis, como lo es la pérdida de un ser querido, significa seguir funcionando y seguir participando en actividades cotidianas, e ir resolviendo problemas, regular emociones y manejar las relaciones cercanas.

También es importante mantener la capacidad de perspectiva, buscar apoyo social y tener un pensamiento flexible y una mente abierta frente a nuestra propia vida y a todos los cambios que se han venido sucediendo y los que vendrán. Y cultivar el optimismo, ya que cuando tenemos la convicción de que a pesar de todo podemos hacer frente a lo que está sucediendo (Denworth, L. (2020), se pueden sobrellevar mejor las pérdidas.

¿Qué se puede hacer para amortiguar los efectos de la pérdida?

1. Sea amable consigo mismo.

Perder a alguien cercano y significativo conlleva un gran cambio, así que no espere ni intente continuar con su vida de la misma manera. No intente pasar página, ya hay un riesgo de que el duelo se quede encapsulado y sin posibilidad mental, emocional y social de expresarse. 

Así que, sea amable consigo mismo y no se exija más de lo que es capaz de ofrecer en este tiempo. Piense por un momento, si alguien que usted conoce está pasando por una circunstancia igual a la suya, usted ¿qué le aconsejaría?, ¿qué le diría?, ¿cómo podría ayudarle? Las respuestas que obtenga a estas preguntas aplíqueselas a usted mismo. 

2. Llegue a un acuerdo con su dolor.

No lo niegue. No lo oculte. No lo evite. Perder a alguien es muy doloroso y conlleva un proceso de aceptación y elaboración de la pérdida, por tanto, es importante mantener bajas las expectativas con uno mismo y con los demás. Tenga presente que el dolor con el tiempo disminuye y puede llegar a equilibrarse con pequeñas alegrías y con pequeños o nuevos propósitos.

3. Acepte sus limitaciones y vulnerabilidades y no haga nada por obligación.

En este tiempo de fiestas no podrá hacer todas las cosas que siempre ha hecho. Así que pregúntese: ¿en esta época cuáles han sido las cosas o actividades realmente significativas para mí y para mi familia?, ¿cuáles puedo hacer? Hágalas solo por el deseo de compartir y de disfrutar de la compañía de los que todavía están. 

Y no permita que otras personas determinen lo que “debería” o “no debería” hacer. A veces la vida nos obliga a priorizar nuestro cuidado personal y nuestro bienestar, así que otórguese el derecho de hacer lo que quiera y le de paz y consuelo. 

4. Introduzca nuevas tradiciones

No tenga miedo de crear nuevas tradiciones, es más, este año lo exige. Saque a relucir su creatividad y haga algo agradable para usted y para los suyos. No tenga miedo ni se sienta culpable por alterar las tradiciones familiares que tenía establecidas. 

Recuerde que esta es una época distinta, los que no están pueden recordarse y estar presentes de muchas maneras. Busque las actividades que mejor se adapten a su historia familiar y a las características del fallecido y hágalas. Recuerde que una de las mejores maneras de honrar a las personas que perdemos es recordarlas con amor y alegría. 

5. Haga algo amable por los demás

Incluso cuando se está en medio de tanto dolor, todavía tenemos algo que ofrecer a los demás. Por tanto, realice algunos actos de bondad para usted mismo, y para los demás. Done obsequios a familias necesitadas, sirva comidas en un comedor de beneficencia, sea voluntario para ayudar a las personas en un hogar de ancianos a hacer manualidades; o ayude algún vecino o amigo en algo que necesite. 

Los pequeños actos de bondad que nos regalamos a nosotros mismos y a los demás reconfortan nuestro espíritu, especialmente cuándo estamos afligidos. 

6. Encuentre formas de recordar y honrar a la persona que murió. 
Encienda una vela conmemorativa.
Comparta recuerdos con la familia o personas cercanas. 
Despídase. Escríbale una carta a la persona que falleció y dígale todo lo que le hubiera gustado decirle. 
Cuelgue una decoración especial en el árbol o en algún lugar de la casa, en memoria de la persona(s) fallecida como, por ejemplo: una corona, una estrella o una media.
Compre un regalo que le hubiera gustado al fallecido y dónelo a una organización benéfica o a una persona cercana. 
Envuelva una caja y haga una abertura en la parte superior para que familiares y amigos compartan recuerdos escritos. En un momento especial de estas fiestas pueden abrir la caja y compartir entre todos lo que han escrito.
Establezca un lugar conmemorativo y especial en la mesa durante una de las comidas festivas.
Cocine y comparta con su familia y/o amigos una de las comidas favoritas del fallecido.

8. No tenga miedo a buscar ayuda.

Incluso las personas con resiliencia personal necesitan ayuda externa si se enfrentan a múltiples desafíos. Y este es un momento increíblemente difícil para todos, mucho más para las personas que han perdido a uno o varios de sus seres queridos. En consecuencia, si considera que necesita ayuda, búsquela, no necesariamente tiene que ser de un profesional, puede ser una amigo cercano, un vecino o alguien con quien sienta que puede compartir su dolor de forma segura y confiada. 

Haga lo que sea necesario para estar bien, para continuar y adaptarse a las pérdidas. Recuerde que todos vamos a morir y que la vida implica cambios, y como muy bien dijo el filósofo griego, Heráclito, lo único constante en la vida es el cambio.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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