Sabes lo que enseñas a tus hijos a la hora de comer?


El significado de la hora de comer, la selección de los alimentos, la preparación de los platos o el estado de ánimo al sentarse a la mesa, configura una serie de enseñanzas para los niños que, por supuesto, condicionará su relación con la comida a lo largo de su vida. Si eres padre o madre, o tienes niños bajo tu responsabilidad a la hora de comer, te invito a reflexionar acerca de estos temas, puesto que la alimentación de los más pequeños es hoy en día un asunto sobre el que se habla mucho, ya que problemas de salud como el sobrepeso y la obesidad están siendo temas prioritarios en la agenda de la Organización Mundial de la Salud.
¡Anímate a responder!

Te invito a responder estas preguntas según tus propias prácticas y creencias actuales, y considerar la información posterior que responde a cada una desde la mirada de la salud integral, con nuevos descubrimientos y conocimientos referidos a esta temática. Es una forma sencilla de identificar cómo llevas la alimentación de tus hijos ahora mismo, así como herramientas y estrategias que puedes usar para mejorarla. ¡Empecemos!

1. ¿Preparas alimentos en casa o los compras elaborados?
2. ¿Realizas las compras de alimentos con tus hijos?
3. ¿Te interesas o hablas en casa acerca de los componentes de las comidas, sus nutrientes o aquello que podría ser perjudicial para la salud?
4. ¿Conoces el dicho “haz de tu alimento tu medicina”?
5. ¿Cuántas veces al día o a la semana comparten alguna de las comidas diarias?
6. ¿El TV está prendido durante la comida? ¿Los teléfonos móviles, tabletas u otros dispositivos se utilizan durante las comidas?
7. Si tu hijo come en el colegio, ¿lleva vianda de casa, accede a un comedor con alimentación variada o come alimentos industrializados preenvasados?
8. ¿Cuántas piezas de frutas o porciones/raciones de vegetales se ingieren diariamente en tu familia?
9. Para celebrar un evento especial, ¿utilizas la salida a comer o la compra de una comida o postre especial?
10. Para amortiguar un momento angustiante propio, ¿bebe o come algo para aliviarse?
11. Para evitar ver a su hijo angustiado por algún motivo, o para que se porte bien en una espera o viaje, ¿le compra un snack, postre o golosina?
12. Los fines de semana, ¿se planifican actividades que incluyan salidas, caminatas, montar bicicleta, o el plan ronda los sillones con películas, maratones de series, pizza a domicilio y palomitas?
13. En casa, ¿hay libre acceso a gaseosas, aguas saborizadas, jugos o se prioriza el agua a la hora de mitigar la sed?

Ahora que ya te tomaste el trabajo de responder o reflexionar en torno a estos interrogantes, aunque algunos puedan haber permanecido como una duda, quiero compartir contigo información científicamente validada, y que está ligada a cada una de las preguntas anteriores.
1. Preparar los alimentos en casa

La preparación de alimentos en casa tiene varias ventajas: consigues conocer todos los componentes que estás utilizando para realizarlos, ayudas a los niños a visibilizar los diferentes ingredientes y la magia de su transformación en alguna preparación deliciosa que estará luego en su plato. Por el contrario, si los alimentos se compran ya preparados, no se alcanza a reconocer la variedad de productos que contienen dentro, y esto para los niños termina generando algunas ideas erradas acerca del origen de los alimentos. Una viñeta muy sencilla que ilustra este tema, es la de un pequeño de tres años que discutía en su jardín de infantes el origen de la leche chocolatada como proveniente de un tipo de vaca alimentada con chocolate, ¡imagínate! Si no se puede cocinar por razones organizativas, de horarios, o simplemente por desconocimiento, averigua si existen ofertas de viandas saludables y variadas que siempre serán mejor opción que los alimentos industrializados.
2. Comprar los alimentos

Las compras de alimentos pueden resultar aburridas para algunas personas, sin embargo, el acceso a esta experiencia apoya la toma de conciencia acerca de lo que se adquiere para alimentarse, y de seleccionar aquello que luego va a estar al alcance de la mano en casa, evitando la ingesta improvisada constante. Si se hace en conjunto con los niños, también apoya la comunicación y el intercambio de información al respecto, conociendo mejor acerca de los gustos y la información que manejan los pequeños.

3. Información acerca de los alimentos

La explicación adecuada es fundamental para desmitificar los alimentos y, a veces, para aportar a los propios prejuicios una buena dosis de ciencia que avale las elecciones. Cuando hay vacío de información, la misma surge de otras fuentes como la publicidad, que lamentablemente no considera en lo más mínimo la salud de nuestros hijos, y hace creer que lo que ofrecen es sano, cuando no lo es.
4. “Haz de tu alimento tu medicina”

Es un buen principio para transmitir a los niños, apoyando a seleccionar aquello que por sus cualidades va a ayudarlos en diferentes situaciones y estados del organismo, no solo considerando prevenir enfermedades, sino para sentirse óptimos previo a realizar deportes consumiendo proteínas, o eligiendo los carbohidratos para incrementar la energía, las fibras para alivianar la pesadez del estómago, el agua para que todo fluya hidratando y eliminando toxinas, etc.
5. Compartir a la hora de comer

Compartir las comidas diarias es un ritual que ha perdido valor para esta generación infantil. Los horarios familiares, las coordinaciones entre las jornadas escolares y las actividades extraescolares suelen tornar poco frecuente la reunión alrededor del desayuno, el almuerzo, la merienda o la cena. Revalorizar la posibilidad diaria de reunirse en alguno de estos momentos, tiene efectos positivos a corto, mediano y largo plazo. En diferentes estudios, se ha relacionado esta reunión diaria con mejor mantenimiento de un peso saludable, mayor consumo de alimentos sanos (obviamente, si estos se ofrecen en la mesa) e incrementos en los niveles de autoestima. También anima a los pequeños a probar nuevos alimentos, ampliando su repertorio de comidas e indagando acerca de los mismos, con el consiguiente conocimiento enriquecido acerca de lo que ingieren.
6. La comida, mejor sin pantallas

El ser humano puede realizar varias tareas al mismo tiempo, sin embargo, la atención plena puede estar en una sola de estas actividades a la vez. Las pantallas encendidas durante la hora de las comidas, restan importancia detallada a lo que se está comiendo, disminuyendo entonces el contacto con las sensaciones de hambre o de saciedad que provienen del propio cuerpo. De esta forma, se puede acabar comiendo sin tener apetito hasta vaciar el plato, o sin reconocer lo que se está incorporando. Como decía el punto anterior, también elimina o reduce la oportunidad de compartir ese momento con la calidad apropiada y obtener así los beneficios arriba mencionados.
7. Comida para llevar a la escuela

Los colegios con régimen de horario extendido y comedor escolar, o aquellos que ofrecen sus actividades complementarias a continuación de las clases, con una especie de recreo prolongado para almorzar, pueden generar algunas complicaciones cuando se quieren modificar hábitos alimentarios. En el primer caso, donde la vianda va desde casa, se puede controlar mejor el tipo de alimentos, aunque resulta importante conversar con los niños para incluir alimentos que les agraden, y que sean ellos quienes colaboren en la selección, para que los coman efectivamente en lugar de desecharlos solo para que no los regañen. En los comedores escolares, es una buena alternativa conversar con sus encargados para regular la oferta y supervisar, en cierto modo, lo que comen. La alternativa de preenvasados definitivamente es la menos saludable y la de peor pronóstico en lo que a sobrepeso y obesidad se refiere.
8. Frutas y verduras

La imagen de frutas y verduras a secas puede resultar aburrida y desabrida, y esto no tiene por qué ser así. Si no tienes ideas para hacer sabrosas preparaciones con vegetales y frutas, hay cantidades de tutoriales y guías para encontrar maneras de prepararlas y presentarlas a los niños. Las frutas no siempre requieren estar en piezas enteras y frescas: pueden ofrecerse alternativas cortadas en trozos, ensaladas de frutas, dentro de gelatinas, en gajos cuando se trata de cítricos, todo lo que facilite comerlas mientras los niños comparten momentos sociales con sus pares.
9. No a la comida como un premio

Que la comida sea un “premio” desvirtúa su valor al colocarla como recompensa, con lo que se enseña a que ante un logro, la condecoración sea la comida. Si bien durante una reunión alrededor de un almuerzo o cena se puede aprovechar la oportunidad para poner en valor el logro, lo importante es que no sea este específicamente el premio. ¡A buscar alternativas creativas para recompensar los esfuerzos o logros!
10. Comer para aliviarse

Si esto es así, ya sea que lo comentes o no, el niño lo observa, y esta conducta se transforma en un modelo a seguir. “Ante un contratiempo, me siento a beber o comer para aliviarme”. Ni siquiera hace falta que menciones lo que está ocurriendo, tu estado anímico -expresado por tu expresión facial y la postura corporal- hablan por ti, y tu niño reconoce este idioma corporal mucho antes que lo que expliques con palabras. Es más, si tu explicación minimiza lo que estás haciendo o lo contradice, el mensaje es la incoherencia, que confunde a los pequeños.
11. Mitigar la espera de los chicos con comida

En el mismo sentido del punto anterior, tampoco la utilización de la comida como amortiguador de un mal rato, el aburrimiento o la ausencia de un pasatiempo es una buena idea. Se quita la importancia a sentir hambre o saciedad, buscando pasar el momento desagradable mientras entretenemos el sistema digestivo y la atención de lo que efectivamente está ocurriendo. Mala idea. Apela a juegos, entretenimientos, rondas de bromas o anécdotas, o a hablar de los sentimientos negativos que afloran efectivamente, en lugar de taparlos con comida. Así estás previniendo un posterior cuadro de alimentación emocional.
12. Actividades de fines de semana

Una vez más, la comida puede estar en el centro de una actividad, o por el contrario, el eje puede estar en una actividad física recreativa y la comida ser un simple complemento para pasar el día al aire libre. La gran diferencia está en el significado que se le está otorgando como protagonista o complemento.
13. Las bebidas en casa

Las bebidas a base de azúcar conforman una buena proporción de la publicidad en los canales para niños y redes sociales. Hace un tiempo estaban también direccionadas estas publicidades a las madres que eran “divertidas” si compraban una determinada gaseosa, con los planteos que los hijos les hacían luego de estar “fuera de onda” por no comprarles eso. Los niños eligen habitualmente bebidas azucaradas si se les da la opción, y sus contenidos en calorías son muy elevados, a la vez que los saborizantes, colorantes y conservantes abundan en cada botella. Cuando el hábito está instalado, no es sencillo negociar el pasaje al agua, por lo que se pueden ir haciendo algunas transiciones; por ejemplo, por gaseosas light, jugos y limonadas frescos hechos en casa, y dejar siempre a disposición una jarra o botella de agua fresca en el refrigerador, con o sin una rodaja de limón, naranja, pomelo o pepino, una rama de menta fresca o cualquier otra alternativa creativa que haga la bebida más atractiva.

Estas son algunas sugerencias básicas, que delinean un formato alrededor de la conducta alimentaria. Para algunas familias pueden resultar meros detalles, mientras que para otras, una auténtica revolución en torno a una temática que no había sido considerada relevante en el hogar. El gran desafío es animarte a cuestionar las creencias y hábitos alrededor de la alimentación de tus hijos, para imaginar los resultados que tendrán ellos en el futuro. Estoy convencida de que vale la pena.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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