Qué podemos hacer para prevenir el envejecimiento prematuro?


A pesar de que en las últimas tres décadas la esperanza de vida ha aumentado en todo el mundo unos siete años, hasta el momento actual no existe ninguna fórmula mágica que nos ayude a evitar el proceso natural de cambios que sufre nuestro organismo con el paso del tiempo, es decir, que las temidas arrugas, las canas, el deterioro de nuestras articulaciones o de nuestro cerebro continua siendo un factor constitutivo de nuestra historia natural.

Sin embargo, en los últimos años se vienen realizando diversas investigaciones, con el objetivo de contestar a dos preguntas básicas: ¿por qué a partir de cierta edad el organismo empieza a deteriorarse y va perdiendo funciones? y ¿cuáles son los mecanismos biológicos responsables en este proceso de deterioro?

Hasta el momento no hay una respuesta unánime al respecto, ya que el cuerpo humano, y especialmente nuestro cerebro es un órgano complejo y con infinidad de funciones y conexiones neuronales que aún faltan por descubrir. Sin embargo, es importante destacar una de las últimas investigaciones que ha sido publicada en la revista Nature a principios del mes de marzo del presente año, y la cual ha sido realizada por la Clínica Mayo de Rochester (EE.UU.), lo que han encontrado es que algunas de las células del sistema inmune, específicamente las células Senescentes podrían estar relacionadas con el envejecimiento. 

Según el científico Jan Van Deursen, la senescencia celular es un mecanismo biológico que funciona como una especie de “freno de emergencia que emplean las células dañadas para dejar de dividirse”, es decir que en aquellos casos que se presenta daño celular debido al estrés, como por ejemplo en el cáncer, este mecanismo biológico tiene como función suprimir la formación de células cancerígenas, reparar los tejidos y reducir la inflamación para que ciertos tumores no continúen con su proceso de crecimiento y expansión por nuestro organismo.

La vejez es fácil de entender: nuestro organismo envejece porque al vivir acumula desechos y desperfectos que lo dañan”. Aubrey de Grey.

Una de las tantas funciones del sistema inmune es limpiar de nuestro organismo este tipo de células, lo cual ayuda a retrasar la formación de tumores y preservar la función de tejidos y órganos, pero resulta que no las puede eliminar absolutamente todas, lo que conlleva a que con la edad se vayan acumulando en prácticamente todos nuestros órganos; acumulación que ha sido asociada a enfermedades como la diabetes, la insuficiencia renal y distintos tipos de cánceres.

Además, si tenemos en cuenta que cuando envejecemos el sistema inmune se vuelve menos eficaz para hacer su trabajo de limpieza, este tipo de células inevitablemente va generando daños en las células sanas o adyacentes y produciendo una inflamación crónica, la cual diversas investigaciones también han asociado con las enfermedades relacionadas con la edad, como son las demencias y el alzhéimer.

Por tanto, lo que concluyen los responsables de dicha investigación, es que si se logran eliminar las células senescentes de nuestro organismo, podríamos vivir más y con mejor salud. Darren Baker, primer autor del estudio, afirmó que si tenemos en cuenta que las células senescentes no proliferan rápidamente, «un fármaco podría eliminar con eficacia y rapidez la cantidad suficiente de células para tener un profundo impacto sobre la salud y para nuestra vida útil”; pero esta es una de las muchas posibilidades que la comunidad científica está estudiando.


Cada vez que me dicen que soy demasiado mayor para hacer algo, lo hago inmediatamente”.

Picasso.

Es decir hasta el día de hoy, es imposible revertir el proceso de envejecimiento natural de nuestro cuerpo, sin embargo prácticamente todos los investigadores coinciden en que si es posible prevenir diversas enfermedades y tener una vejez saludable y satisfactoria. A continuación, menciono algunas de las claves principales que plantean las investigaciones científicas al respecto:

Realizar Alguna actividad Física

Hoy en día nadie cuestiona las bondades que tiene para nuestra salud realizar alguna actividad deportiva de forma regular; entre las que se encuentran que aumenta la neuroplasticidad cerebral, ayuda a recuperarse de una lesión o incluso prevenir el envejecimiento patológico de nuestro cerebro, de hecho son numerosas las investigaciones científicas que lo confirman, como por ejemplo un estudio publicado en la revista Current Biology en el año 2015, y el cual fue realizado por un grupo de científicos italianos, los cuales concluyeron que el ejercicio moderado es eficaz para tratar los problemas de visión en los adultos, específicamente lo que se conoce como ojo vago, el cual hace referencia a la perdida de la capacidad para ver claramente a través de un ojo, y que hasta la fecha carece de tratamiento.

El deporte es una forma sencilla de rejuvenecer y tener el cerebro ágil y flexible en la edad adulta”. Claudia Lunghi.

Lo que resalta dicha investigación es que el ejercicio aumenta la plasticidad neuronal de nuestro cerebro, en este caso en concreto, observaron un aumento de la plasticidad del córtex visual en los adultos, algo que en su momento se pensó que era difícil de modificar, debido a la concentración de un neurotransmisor (GABA) y el cual impide que se produzca la plasticidad del cerebro; sin embargo, se encontró que el ejercicio regular ayuda a disminuir esta molécula y por tanto le facilita al cerebro su capacidad para poder recuperar e incrementar su proceso de plasticidad cerebral, y así de esta forma “ayudar al ojo vago a recuperar su habilidad”.

Por su parte, otra investigación realizada por el científico Español David Costa y su equipo, publicada en el año 2015 en la revista Journal of Neurotrauma, y la cual va en la misma línea sobre los beneficios del deporte y la plasticidad del cerebro, concluyeron que aquellas personas que han sufrido una lesión cerebral o un derrame cerebral, a través del deporte “pueden recuperarse más pronto y hasta conseguir que las consecuencias sean menos graves”.

Es innegable la relación directa que existe entre el sedentarismo y las enfermedades cardiovasculares, la obesidad, la diabetes tipo 2, la osteoporosis, las enfermedades mentales como la ansiedad y la depresión, y también con determinados tipos de cáncer, como el de colon, mama y pulmón. Con respecto a la depresión, diversas investigaciones han asociado un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y otro tipo de trastornos, en aquellas personas que padecen depresión.

Como lo pudo confirmar el hospital universitario de Emory en Atlanta, (EE.UU); el cual afirmó a principios de este año, que aquellas personas que padecen depresión ya sea leve o moderada, tienen “menos riesgo de enfermedad cardiovascular si practican ejercicio de forma regular”. Además, otras investigaciones han comprobado que el deporte cardiovascular, si se práctica de forma regular genera nuevas células nerviosas en áreas del cerebro como el hipocampo, área relacionada con el aprendizaje y la memoria; además provoca la generación de nuevos capilares sanguíneos que irrigan mejor el cerebro; y que provoca que las sinapsis o conexiones neuronales se puedan modificar y configurar de forma diferente.

Comparada frente a la inactividad, cualquier cantidad de ejercicio físico moderado o intenso conlleva una reducción notable de la mortalidad, ya sea cardiovascular o por cualquier otra causa».

Asociación Americana de Cardiología.

Debido a la gran importancia que tiene la actividad física para la salud pública, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha elaborado una serie de recomendaciones, entre los que cabe destacar, el que tiene relación con las personas mayores de 65 años. La cual, recomienda que para mejorar el sistema cardio-respiratorio, disminuir la depresión y el declive cognitivo, fortalecer los huesos y el estado muscular, es fundamental realizar 150 minutos de actividad aeróbica de moderada a intensa en el transcurso de la semana, o bien 75 minutos de actividad aeróbica física intensa. Sin embargo, otras investigaciones han encontrado que dos minutos de actividad física cada media hora o caminar de forma regular son suficientes para que nuestra salud cardiovascular mejore considerablemente.

Por su parte, el científico Mark Tarnopolsky y sus colegas de la Universidad McMaster en Hamilton (Ontario), encontraron que la falta de actividad física disminuye el cerebro y produce un aumento de tamaño del corazón, además de que produce un deterioro en el tejido celular y en diversos órganos. Este investigador considera que, “si bien la muerte es inevitable, el ejercicio es el tratamiento disponible más potente contra el envejecimiento y puede mantenernos sanos y libres de enfermedades durante más tiempo que cualquier otra cosa”.

Tener una alimentación Sana y equilibrada

Sabemos que una alimentación sana y equilibrada, ayuda a disminuir el riesgo de enfermedades crónicas y el cáncer. Sin embargo, lo que se ha descubierto es cómo una buena alimentación ayuda a prevenir el envejecimiento. Específicamente, lo que un equipo de investigadores del Hospital Brigham y de Mujeres en Boston (EE.UU.), descubrió en el año 2014, como las estructuras denominadas telómeros, y las cuales se encuentran en el extremo de los cromosomas y que tiene como función proteger el final de las células para que estas no se deterioren cuando se produce la división celular, se acortan debido a una alimentación poco saludable.

Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”. Hipócrates.

Es decir que, los telómeros, los cuales están asociados con el envejecimiento celular, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares se acortan no solo por el estrés y la inflamación crónica, sino también por nuestros hábitos alimentarios. La investigadora, Amelia Martí afirma a este respecto que “la adhesión a una dieta saludable (antiinflamatoria) ralentiza el acortamiento natural de los telómeros que acontece con la edad”.

Actualmente, se habla de que hemos entrado en la era de las ciencias genómicas, es decir de las que están basadas en el estudio y comprensión de nuestra genética, entre las que se encuentran la Nutrigenómica, la cual evalúa el efecto que tiene en nuestro genoma o genes, determinados alimentos o la Nutrigenética, que estudia el efecto de las variaciones genéticas entre nuestra dieta y su interaccion con determinadas enfermedades.

Pero, mientras nos llegue el turno de poder acceder a una dieta personalizada, podemos incluir en nuestra dieta diversos alimentos que nos ayuden a mejorar nuestra salud y a prevenir o disminuir el riesgo de padecer diversas enfermedades. Así que, es fundamental que se incluya en la alimentación lo siguiente:

Vitaminas, especialmente la A, C y E ya que son las principales antioxidantes que ayudan frenar los efectos del envejecimiento. La mayoría de estos compuestos se encuentran en alimentos de origen vegetal como son las frutas y verduras, las cuales aportan beneficios para la piel, el pelo, los dientes y la digestión; y se deben consumir diariamente para poder lograr unos niveles normales de antioxidantes.

Las frutas y verduras que tienen mayores propiedades antioxidantes son: los cítricos, aguacate, zanahoria, brócoli, frutos rojos (arándanos, moras, frambuesas y fresas), coles, uvas, tomates, espinacas y cebollas. Lo que recomiendan los nutricionistas, es que es mejor consumir las frutas frescas y enteras, para que el índice glucémico sea menor; en cambio está contraindicado consumirlas en mermeladas ya que llevan una alto contenido de azúcar, lo cual no es beneficioso para aquellas personas que padecen enfermedades como la obesidad, la diabetes o enfermedades cardiovasculares.

El consumo de fruta conlleva una disminución muy significativa de la mortalidad cardiovascular, muy especialmente por un infarto de miocardio o un ictus”. Huaidong Du.

Con respecto a los arándanos, cabe destacar que han sido objeto de numerosos estudios, los cuales han validado que poseen grandes beneficios para la salud por su capacidad antibacteriana y antienvejecimiento, ya que son ricos en antioxidantes en forma de vitamina C y flavonoides.

Además, han encontrado que ayuda a disminuir las infecciones de orina, y el riesgo de padecer hipertensión, gingivitis, disfunción eréctil y cáncer. Por otra parte, la última investigación realizada sobre esta fruta y la cual fue presentada en marzo de este año en la reunión de la Sociedad Americana de Química, concluyó que podría utilizarse contra el Alzhéimer; según palabras del doctor Robert Krikorian, líder del estudio, «los arándanos pueden tener un beneficio real en la mejora de la memoria y la función cognitiva en algunos adultos mayores”, no solo por los efectos antioxidantes, sino también por sus efectos antinflamatorios, los cuales “ayudarían a la destrucción de muerte celular provocada por el propio organismo”.

Carne, pollo y pescado blanco: proteínas imprescindibles para el mantenimiento de músculos y los órganos de nuestro cuerpo. El pescado azul, es una importante fuente de ácido graso omega 3, el cual reduce el colesterol, y es un antiinflamatorio. Las investigaciones con respecto a los beneficios del Omega 3, suelen aparecer de forma recurrente; y entre los muchos beneficios se destaca son el ayudar a fortalecer la masa muscular, la cual se empieza a reducir a partir de los 40 años.

Este fenómeno conocido como sarcopenia y el cual está asociado al sedentarismo y, sobre todo, al proceso natural del envejecimiento, genera debilidad, dificultada para caminar e inmovilidad en los ancianos, y se calcula que la sufren una de cuatro personas de entre 50 y 70 años, y más de la mitad de los mayores de 80 años. También, sobresalen los beneficios que tiene el omega 3 en la prevención de enfermedades cardiovasculares, y cómo ayuda a reforzar las funciones cognitivas de las personas mayores.

Con respecto a este último aspecto y gracias a las pruebas a través de resonancias magnéticas, los científicos pudieron comprobar que las personas mayores que consumen suplementos de Omega 3 de forma regular, tienen un incremento del volumen cerebral, en áreas cruciales para la memoria y el pensamiento como son: la corteza cerebral y el hipocampo.

El aceite de oliva virgen extra y los frutos secos, contienen vitamina B, E, omega 3 y antioxidantes que son la base del antienvejecimiento. Los estudios han concluido que el estrés oxidativo, definido como la incapacidad del organismo para desintoxicarse adecuadamente, y el cual es considerado como el principal responsable del deterioro cognitivo y la aparición de algunas demencias como el alzhéimer, se pueden reducir gracias al consumo regular del aceite de oliva virgen extra o frutos secos.

Emili Ros, coordinador de un estudio relacionado con este aspecto, y el cual fue publicado en la revista «JAMA Internal Medicine», en mayo del año pasado; aseguró que la dieta con frutos secos ayuda a mejorar la memoria, mientras que la de aceite influye de forma favorable en la cognición frontal o función ejecutiva. «Estos efectos beneficiosos se deben probablemente a la gran cantidad de agentes antiinflamatorios y antioxidantes que proporciona este tipo de dieta».

Debemos cuidar nuestro cuerpo y nuestra mente de forma integral, sin descuidar nuestro bienestar emocional y nuestro entorno social.

Una buena alimentación debe ir acompañada de un buen estilo de vida, por tanto, es fundamental evitar el exceso de alcohol, el tabaco, la sal y el azúcar refinada, el estrés, la exposición al sol sin protección y la contaminación ambiental, ya que aceleran el envejecimiento de los tejidos. Además, mantener el cuerpo bien hidratado y dormir las horas suficientes es fundamental; con respecto al sueño en mi artículo anterior: Los trastornos del sueño y su relación con el Alzhéimer pueden encontrar de una manera más detallada como unos buenos hábitos de higiene del sueño, nos pueden ayudar a tener una buena calidad de vida y así mismo ayudar a prevenir la demencia, la obesidad y la depresión.

Por otra parte, también se ha encontrado que las relaciones sociales y el estrés influyen de manera significativa no solo en nuestra calidad de vida, sino también en el deterioro de nuestro organismo. Lo que sugieren las investigaciones, es que las deficiencias en las relaciones sociales generan un incremento del riesgo de desarrollo de alguna cardiopatía isquémica e ictus.

Además, también han podido confirmar como el estrés crónico produce muerte neuronal y acorta los telómeros, es decir aquellas células relacionadas con el envejecimiento, y también como provoca una reducción del volumen del hipocampo, región del cerebro relacionada con los procesos fundamentales para el aprendizaje y la memoria.

Por tanto, las relaciones sociales y los vínculos familiares, no solo nos protegen contra los efectos negativos del estrés, sino que son un factor fundamental para que nuestras funciones cognitivas no se deterioren, y para tener una mejor calidad de vida.
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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