Balance entre vida y trabajo: consejos para no perder tu libertad


Un desequilibrio entre vida laboral (trabajo) y vida personal puede convertirse en un laberinto de amargura y enfermedades. 

El estrés de un empleo en conflicto con nuestras necesidades emocionales, físicas y espirituales ha sido asociado con problemas de salud como la obesidad, el Alzheimer, la diabetes, la depresión, el asma y los desórdenes intestinales o cardiovasculares. 

Señales de que te has convertido en un robot del trabajo 

Es posible no darse cuenta de que hemos perdido el horizonte de lo que significa un balance entre vida y trabajo hasta que nuestras relaciones de pareja o familia se resienten. Cuando esto no ocurre primero, es nuestra salud la que nos avisa que algo no anda bien. 

Estas son cinco señales comunes de que es hora de reaccionar: 
1. Trabajas mucho más de lo necesario 

Hay una diferencia entre ser una persona comprometida y trabajar más de la cuenta. Si te ocupas horas extra con asuntos de oficina sin necesidad, empieza a sospechar, porque puede que haya una adicción oculta. 
2. Has perdido calidad de sueño 

Dormir ocho horas diarias no siempre garantiza un mejor descanso que dormir seis. La calidad de nuestro sueño puede ser afectada por lo que comemos, las actividades que realizamos justo antes de ir a la cama y factores tan variables como la temperatura, pero si descubres que te cuesta dormir a causa del estrés laboral, o despiertas fatigado, más vale hacer algo a tiempo para que tu salud mental no sufra las consecuencias. 
3. Llevas una vida estática 

No importa si tu empleo te hace desplazarte de un sitio a otro cada día, sabrás que tu vida se ha vuelto estática cuando carezca de novedad y actividad física consciente (como ir a nadar simplemente porque lo disfrutas). 

Un estado permanente de estrés o malhumor también clasifica dentro del espectro “vida estática”, al igual que la pérdida de interés en las relaciones interpersonales, familiares y amorosas. 
4. Parece que, en tu vida, solo el trabajo tiene sentido 

Un empleo absorbente te hace olvidar que existe un mundo ahí afuera cuando sales de la oficina. Es posible que te sientas desmotivado o falto de propósito porque has dejado a un lado tus objetivos personales y tus aficiones a cambio de pasar más tiempo enfocado en tus obligaciones laborales. 
Esto puede ser útil para una mejor concentración y rendimiento en el trabajo, pero ¿te has preguntado qué pasaría si, de pronto, perdieras tu empleo? 
5. Ya no te diviertes 

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo increíblemente divertido y espontáneo? ¿Disfrutas de los aspectos irónicos y juguetones de la vida, o te tomas todo demasiado en serio? 
Consejos para conciliar tu vida privada con tu empleo 

Si las complicaciones de salud mencionadas antes no te parecen la gran cosa, debes saber que un desequilibrio pronunciado entre vida laboral y personal (vida y trabajo) también puede ser la causa de envejecimiento y muerte prematura. 

Aun así, el panorama es optimista para quienes han perdido su libertad y entusiasmo a causa del exceso de trabajo, pues hay evidencia de que invertir tiempo en ti mismo –y aplicar técnicas para gestionar el estrés– no solo te hará sentir mejor, sino que evitarás que tu salud se deteriore. 

Comienza hoy mismo a establecer límites y recupera el control de tu vida con estos consejos: 

Administra tu tiempo. Dibuja una línea imaginaria entre las horas que competen al cumplimiento de tus funciones y el tiempo que te pertenece enteramente a ti. Puedes invertirlo como te plazca: lee un libro, ve a pescar, haz ejercicio o recuéstate, la única condición es no hacer nada que tenga que ver con tu empleo. Un buen ejercicio es colocar en la entrada de casa un baúl o recipiente, y depositar adentro piedras que representen problemas de trabajo o personas. El simbolismo a utilizar es: “Aquí dejo esto, me lo llevaré cuando sea hora de atenderlo” 

Recupera tu vida social y familiar. Comprométete a pasar más tiempo con tu familia (tiempo de calidad, sin llamadas o correos electrónicos de trabajo). Comienza por asistir a las comidas o reuniones que tu familia planifique, u organiza una por tu cuenta e invítalos a todos. Rodearte de los tuyos puede ser inesperadamente gratificante. 

Aprende a decir ‘No’ y delega responsabilidades. Si eres de los que acostumbra a querer hacerse cargo de todo, es momento de comenzar a delegar. Puede que alguien más esté en condiciones de responsabilizarse de muchas de las tareas que llevas a cuestas; de no ser así, evalúa la posibilidad de conversar con tu supervisor para revisar la distribución del trabajo en la oficina. Además, aprende a decir no cuando algún compañero te pida asumir obligaciones que comprometen tu paz mental o libertad. ¡No hay porqué sentirse culpable, tienes derecho a vivir!
Julio Cesar Moreno Duque

soy lector, escritor, analista, evaluador y mucho mas. todo con el fin de aprender, conocer para poder aplicar a mi vida personal, familiar y ayudarle a las personas que de una u otra forma se acercan a mi.

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