Para los que tal vez estaban de paseo en Marte, les resumo rápidamente. Como es usual antes de los reinados de belleza, las reinas se exponen a todo tipo de escrutinios tanto físicos como supuestamente intelectuales. Este certamen no fue la excepción. En un auge de creatividad por parte de una periodista, le hicieron preguntas a las candidatas de lo que supuestamente es cultura general mientras giraban un hula hula. En el caso de la Señorita Huila, este ejercicio resultó nefasto. La periodista le preguntó quién era Nelson Mandela y ella sin titubear contestó “fue quien inició en Concurso Nacional de la Belleza”. Esta respuesta errada le dio la vuelta a los medios y a las redes sociales como un tsunami. Esta torpeza dio pie para que se debatiera sobre la seriedad del Reinado, sobre la inteligencia o carencia de ella en la reina, sobre el sistema educativo en Colombia, pero lo más triste es que incitó a una cantidad innumerable de burlas y atropellos que la acribillaron.
Reitero, no voy a debatir sobre si ella ha debido saber la respuesta o no. Lo que a mí me dejó aterrado es la falta de compasión que tenemos la mayoría de personas en este país. En la cotidianidad defino tener compasión como la capacidad de ponerse en los zapatos de un tercero y tratar de sentir el dolor que esa persona pueda estar sintiendo y moverlo a uno a tratar de ayudar.
Me impresiona que los que dijeron, sin ninguna misericordia, que esta niña era bruta, que eso le pasaba por participar en un concurso de belleza, y quienes se burlaron con ‘memes’ o con ataques personales son los mismos que se escandalizan por el tema del matoneo en los colegios, por la violencia y falta de civismo en las calles y por la ausencia de paz en nuestro país.
No se nos puede olvidar que todo lo que queremos para nuestros hijos y para nuestra sociedad no empieza con nuestros políticos ni con los directivos de un colegio, empieza con el ejemplo que damos en casa. ¿Con qué autoridad moral le podemos decir a nuestros hijos que atacar a un compañerito porque le va mal en el colegio, porque es un ‘ñoño’ o porque es gordito, es malsano pero nosotros sí podemos aniquilar el autoestima de una niña porque contestó mal a una pregunta?
Nos hemos vuelto hipócritas a la hora de pensar que nosotros sí merecemos compasión cuando somos los dolientes, pero tenemos cero tolerancia cuando el zapato está en el pie ajeno. Hay que aprovechar cualquier oportunidad para enseñarles a nuestros hijos que todos cometemos errores, que no hay nadie perfecto y que gran parte de ser un buen ser humano es tener compasión.