“Desde hace bastante tiempo (ya cosa de más de un año) mi novia ha ido perdiendo paulatinamente el interés por tener relaciones y su libido es totalmente nula ahora. Nuestros encuentros se reducen a 2 o 3 veces al mes y le tengo que rogar (antes eran unas 5 veces por semana). Encima, cuando se lo pido, ella se frustra, lo que hace aumentar la espiral”. Quien publica este mensaje bajo el alias Anaga21 en el foro de problemas sexuales de la web enfemenino.com es un chico de 27 años.
Sus palabras describen perfectamente un problema científicamente conocido como el ‘trastorno del deseo sexual hipoactivo femenino’ (TDSH). Sus síntomas son tan evidentes como angustiantes: falta casi total de interés por el sexo y ausencia de excitación que se prolonga durante al menos seis meses.
El estudio norteamericano Preside, uno de los más serios que se han realizado hasta la fecha, calcula que un 14 por ciento de mujeres sufren este desorden del apetito sexual. En 2012, una investigación realizada en Colombia por los doctores Germán Raigosa-Londoño y Martha Cecilia Echeverri-Ramírez entre mujeres de 15 y 59 años con vida sexualmente activa, reveló que el 20 por ciento de las colombianas sufrían TDSH.
¿Por qué entonces no existe ninguna pastilla en el mercado que haga las veces de Viagra femenino? Los hombres también sufren trastorno del deseo e imposibilidad de tener una erección que permita el acto sexual. Para esto último existe una solución desde hace 16 años.
La farmacéutica Pfizer puso a la venta en 1998 el famoso Viagra. Una pastilla que ya forma parte de la cultura popular y que, en su primer año en el mercado, obtuvo unos beneficios de casi 2.000 millones de dólares. La todopoderosa compañía comenzó a investigar también un Viagra para mujeres, pero se apeó de una carrera que podría haberle aportado ingentes ganancias alegando que “la sexualidad de las mujeres es demasiado complicada para una pastilla”.
El médico de familia Ricardo Ruiz de Adana lo explica así en su blog (ricardoruizdeadana.blogspot.com.es): “Sigue habiendo grandes lagunas en la comprensión de la vías neuroquímicas que actúan sobre el deseo sexual en la mujer y las opciones de tratamiento farmacológico son muy limitadas. Necesitamos más estudios que evalúen la eficacia y seguridad de la medicación a largo plazo”.
Ensayo y error
Quizá el medicamento que más se ha acercado al concepto de Viagra femenino es la Flibanserina, un antidepresivo que actúa sobre los neurotransmisores que intervienen en las ganas de tener sexo. Tres ensayos clínicos realizados en mujeres premenopáusicas en EE. UU. probaron que mejoraba el deseo y aquellas que lo tomaron lograron más experiencias sexuales satisfactorias.
A pesar de esto, la Agencia Estadounidense del Medicamento rechazó su aprobación porque considera que sus bondades no son mayores que sus efectos secundarios: náuseas, mareos, astenia e insomnio. Por su parte, la compañía alemana Emotional Brains anunció hace unos meses que su pastilla Lybrido (o Lybridos según la versión) estaba en proceso de pasar con nota las exigencias de la Agencia Norteamercana del Medicamento. En Europa, las autoridades sanitarias ya han dado el permiso para que Emotional Brain inicie la Fase III de experimentación del medicamento, la última anterior a su venta.
‘El santo grial’
La libido de las mujeres se conoce en el terreno de la sexualidad y la sexología como el ‘santo grial’ por la complejidad de su naturaleza. En muchos casos sucede que, aunque haya deseo, los signos físicos de la excitación (vagina húmeda, pezones erectos) no se producen. En los hombres la conexión es más inmediata. Si no existe ningún problema, la ecuación es simple: en ellos, el deseo es igual a erección. Cuando se experimentó con el Viagra masculino en mujeres, aquellas que lo probaron aseguran que notaban más presión sanguínea en la vagina y que esta se humedecía, pero no se sentían excitadas. El problema parece estar entonces en que las mujeres no conectan tan inmediatamente su cerebro y su cuerpo.
Este mes se cumplen cinco años del estreno del documental Orgasm Inc (La industria del orgasmo) en el que la cineasta Liz Canner denunciaba la medicación de la sexualidad femenina. La autora estadounidense sostiene que las farmacéuticas han intentado hacer creer a millones de norteamericanas que tenían un problema que solo se puede resolver con un fármaco. “Lo que es evidente es que ninguno de estos medicamentos van a hacer cambiar cómo una mujer se siente respecto a su cuerpo ni lo que siente hacia su pareja”, ha declarado recientemente Lori Broto, directora del Laboratorio de Salud Sexual de la Universidad de Columbia a la edición americana de la revista Marie Claire. Lo que también está claro es que resolver el bajo deseo en las mujeres no es tan fácil como hacer un Viagra de color rosa.
Causas de la disfunción sexual en ellas
Físicas: las intervenciones quirúrgicas, desarreglos hormonales y ciertas enfermedades como la diabetes, cardiopatías, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson y la depresión.
Factores psicológicos y de otra índole: métodos anticonceptivos, cansancio, estrés, cambios de humor, obesidad, episodios sexuales traumáticos y el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y drogas. La falta de tiempo también puede provocar una pérdida del deseo sexual, así como la rutina o algo en la pareja que produce rechazo.